De respetarse la nueva Ley Orgánica de la Policía, aprobada y promulgada recientemente, esas prácticas podrían desaparecer, al establecer medidas que la prohíben y dictar un trato más humanizado y de respeto a los ciudadanos.
En la Ley se establecen los principios que deben regir las actuaciones de los miembros de la Policía. Uno de ellos es la dignidad humana, según el cual los agentes deben respetar y proteger la vida y la dignidad de las personas, mantener y defender los derechos humanos, sin discriminación alguna.
Por tanto “ningún miembro de la Policía podrá ordenar, infligir, instigar o tolerar actos de torturas u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, no podrá invocar la orden de un superior o circunstancias especiales, como estado de emergencia, calamidad pública o cualquier otra circunstancia, como justificación de la tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”.
Se destacan también la objetividad y la proporcionalidad. El primero llama a actuar con absoluta neutralidad e imparcialidad, sin discriminación por razones de nacionalidad, género, grupo étnico, credo o religión, ideas políticas, orientación sexual, posición económica o social u otra condición con implicaciones discriminatorias.
El segundo trata sobre el control del uso de la fuerza que “sólo será lícito como última opción y obedeciendo a criterios de oportunidad, congruencia y proporcionalidad, de conformidad con la Constitución de la República, las leyes y los reglamentos”.
Via diariiolibre
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