Por el contrario, quienes critican su estilo, hacen hincapié en la necesidad de preservar las formas del protocolo que corresponden a un mandatario, y que su imagen no ayuda a la percepción del Uruguay en el mundo.
Durante la conferencia de prensa en la que se presentó al nuevo ministro de Economía de Uruguay, Mario Bergara, el presidente José Mujica rompió todo formalismo y se presentó en la sala de conferencias para ocupar el centro de la escena.
Rodeado por el vicepresidente Danilo Astori y el flamante ministro de Economía, José Mujica hizo gala de su estilo y pudo comprobarse a simple vista que vestía una camisa, sandalias y la botamanga del pantalón levantada por encima de los tobillos.
Una ola de intenso calor afecta a la zona del Río de la Plata, y el mandatario uruguayo no tuvo inconveniente en llegar al lugar con su estilo descontracturado, que contrastaba notablemente con la imagen del ministro Mario Bergara que asumía el cargo de riguroso traje y corbata.
Un estilo muy personal
Un reportaje de la BBC internacional titulado "El presidente más pobre del mundo" fue el disparador que atrajo la atención global sobre el presidente de Uruguay, un país con 3 millones de habitantes, con una de las economías más estables de la región y un población altamente educada.
Mujica cultiva un estilo personal marcado por el desapego al consumo. Como presidente del país, sigue viviendo en su rústica chacra, con su esposa y sus perros. Tiene un patrimonio de poco más de u$s200.000, una cifra ridícula si se la compara con otros mandatarios de la región.
Por ejemplo, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, un exitoso empresario, posee u$s2.500 millones de fortuna, como resultado de la cantidad de empresas de las que es propietario.
La presidente argentina, Cristina Kirchner, tiene un patrimonio de u$s5 millones, que se desprende de su declaración jurada y de convertir los más de $48 millones que declara, al valor del dólar en el mercado paralelo.
Mujica hace hincapié en que los bienes materiales esclavizan al hombre, que el consumo exacerbado genera menos libertad
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