“El alcohol despierta nuestros sentidos, nos une con el mundo, nos permite verlo tal y como es”, aseguró Poepp, citado por el diario alemán Bild.
“El proceso es gradual, uno comienza sintiéndose eufórico ante la realidad, ve todo más divertido, a la gente menos fea, la música popular más agradable, pero ese solo es el primer paso”, explicó.
“Conforme avanzamos en el nivel de alcohol cada vez nos es más clara la verdad detrás del velo”, dijo Ernst, conocido por sus investigaciones sobre la neuropsicología de la visión y la percepción temporal.
El alemán comprobó que el punto máximo de la embriaguez es cuando uno empieza a percibir la rotación y traslación de la tierra.
“Con mayor cantidad de alcohol en la sangre nos hemos dado cuenta que el mundo nos provoca náuseas. La resaca no es más que la reacción posterior a ese shock”, concluyó.
Fuente: http://www.infobae.com
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