Hoy su café quizás sepa a sal o reciba llamadas alertando de una situación que no es cierta. Su casa o el lugar de trabajo podrían convertirse en un espacio de trucos, incluso los medios de comunicación quizás lo timen con una falsa noticia.
La sorpresa de ser víctima de una broma pesada está a la orden del día. Hoy se celebra el Día de los Inocentes y podría ser cualquiera.
Aunque es tradición el juego de bromas pesadas durante el transcurso del día, la fecha sirve para conmemorar la Masacre de los Inocentes, nombre dado a la ejecución de todos los niños menores de dos años ordenada por Herodes en Belén ante el temor de perder su poderío tras el nacimiento del Rey de los Judíos profetizado por los Reyes Magos.
La masacre fue un evento bíblico registrado en el Evangelio de Mateo, en donde se presume el asesinato de algunas docenas de niños en la ciudad de Belén. El suceso es considerado por la Iglesia católica como día de luto en conmemoración de la muerte de los santos inocentes.
Para el párroco Eduardo Ortigoza, vicario de Educación de la Arquidiócesis de Maracaibo, hay muchos elementos míticos que no son estrictamente históricos. En ningún otro Evangelio se menciona el evento y se desconoce el número de inocentes que podrían haber muerto. No se puede hablar de miles porque Belén tendría entre 300 y mil personas como máximo de habitantes para la época.
Más allá de conocer los hechos verídicos, Ortigoza resaltó que cada 28 de diciembre se debe proclamar el derecho fundamental de la vida humana y la defensa de los menores, quienes no tienen fuerza para luchar por ellos mismo.
“Los niños son imagen de lo que Dios quiere, que a través de Jesús tengamos el alma limpia y seamos capaces de vivir en paz y reconciliarnos. Él nos recomienda permanecer en la verdad para alcanzar su confianza y luchar por unas mejores condiciones de vida donde se respeten los derechos humanos”.
La tradición venezolana adopta muchos elementos populares. Los chistes a incautos y desprevenidos son parte de ello. Para Ortigoza no forman parte de una cultura pagana, al contrario, lo considera una oportunidad de compartir con los seres queridos momentos de alegría en nombre de la inocencia natural de los niños y el chance de andar por la vida con serenidad al bajar la guardia contra todo peligro.
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