9 de enero de 2017

México anuncia que negociará con Trump “sin conflicto ni sumisión”

Ni conflicto ni sumisión. El nuevo secretario de Exteriores, Luis Videgaray, estableció esta mañana ante el cuerpo diplomático las líneas maestras de la relación de México con Estados Unidos en la era Trump.

Lejos de apelaciones maximalistas y consciente de las enormes amenazas que se ciernen sobre el país, el hombre fuerte del Gobierno de Enrique Peña Nieto apostó por tender la mano a un vecino que cada día parece más distante y hostil. “Hay voces que se alzan promoviendo una estrategia de conflicto, otras pronostican la sumisión. México no va tomar ninguna de esas puertas falsas”, señaló Videgaray en sus primeras declaraciones como canciller.


La apuesta del secretario de Exteriores es de alto riesgo. Como lo ha sido su propia elección para el cargo. Él fue el arquitecto de la visita a México de Donald Trump en agosto pasado. Aquella reunión fue transformada por el candidato republicano en un acto más de su campaña a la presidencia y desató un inmenso rechazo. 

La prepotencia del magnate, que ni siquiera se disculpó por sus reiterados insultos a los mexicanos y, sobre todo, la humillación sentida por gran parte de la ciudadanía hicieron rodar la cabeza de Videgaray, a la sazón secretario de Hacienda.


Ya fuera del Gobierno, su suerte cambió con la victoria de Trump. Su tesis de que era mejor negociar con el adversario que darle la espalda prendió de nuevo. 

La semana pasada, el presidente, con quien le une una estrecha amistad, volvió a requerir de sus servicios. Pero esta vez como secretario de Exteriores. En el centro de la hoguera. “El reto es enorme y las amenazas están ahí”, dijo al tomar posesión Videgaray.

A su favor, el canciller cuenta con un hilo directo con Jared Kushner, esposo de Ivanka Trump y considerado en Washington como uno de los hombres más influyentes de la nueva corte imperial. 

En su contra, juega la hostilidad creciente del futuro presidente de Estados Unidos hacia su vecino del sur. Prácticamente no hay día que pase sin que Trump no demuestre que va a cumplir sus demagógicas amenazas de construir un muro, guillotinar las remesas, liquidar el Tratado de Libre Comercio y castigar a las empresas estadounidenses que tercericen su producción en México. 

Tal es la magnitud de sus ataques, auténticos electrochoques lanzados desde Twitter, que hasta gigantes industriales como Ford han dado marcha atrás a sus planes de invertir al sur del río Bravo.

Esta presión está llevando a México al borde del abismo. Ultradependiente de Estados Unidos, su divisa ha tocado mínimos históricos y el anclaje de la inflación, uno de los grandes logros del mandato de Peña Nieto, corre el riesgo de irse a pique. El fantasma de la recesión ha vuelto a aparecer y la última medida adoptada para estabilizar las cuentas, subir las gasolinas entre un 14% y un 20%,ha desatado una violenta oleada de protestas y saqueos.

Ante este horizonte, el papel de Videgaray no va a ser fácil. En poco tiempo se convertirá en pararrayos del coloso estadounidense, y cuando no, en fusible de un presidente que atraviesa sus peores momentos. En la recta final de su mandato, el poder de Peña Nieto es cada vez menor. Su valoración toca mínimos históricos y las grandes maquinarias políticas están ya apuntando a las presidenciales de 2018.

Bajo este crepúsculo, el canciller tendrá que recorrer casi en soledad el filo de la navaja. Para ello cuenta con el peso de la economía mexicana para los Estados Unidos (6 millones de puestos de trabajo y un millón de dólares de comercio al minuto), pero también, según fuentes diplomáticas, con la ventaja de tener enfrente a un negociador nato como Trump. Alguien acostumbrado tanto a lanzar órdagos como a retirarlos cuando el beneficio es claro. Esa es la gran esperanza. Minimizar daños y avanzar en un diálogo que, según las citadas fuentes, siempre será mejor que perderlo todo.

“Vamos a negociar con una gran seguridad en nosotros mismos, sin miedo, sabedores de la importancia que tiene México para los Estados Unidos en lo económico, social y político”, ha dicho esta mañana Videgaray. Esa es su apuesta. Ahora falta que la gane. Al otro lado tiene a un político que se hizo millonario como dueño de casinos.

Fuente elpais

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