Su oficio es cocinar y es como se ha ganado la vida durante los últimos 18 años. Le apasiona tanto que afirma no lo hace por dinero, sino para lograr la satisfacción de los comensales y el reconocimiento de su talento.
Hizo cursos para hacerse chef en Venezuela, país al que emigró el 11 de febrero de 1999. Tan pronto llegó, empezó a trabajar en restaurantes.
Roberto Peralta aspiraba a ser pelotero profesional, pero su descuido lo alejó de la firma de un contrato, por lo que decidió salir del municipio Laguna Salada, provincia Valverde, en busca de mejoría.
El país suramericano no solo le ofrecería nuevas oportunidades, también era el lugar donde se reencontraría con sus progenitores, que residían allá.
Siete años más tarde “las cosas en Venezuela se estaban poniendo duras” y es cuando decide partir a Nueva York. El 3 de febrero de 2006 empezó una nueva historia.
Llegar a los Estados Unidos fue un cambio, sobre todo por el idioma, pero asegura que le fue fácil adaptarse porque contaba con el apoyo de sus padres, quienes llegaron primero, también desde Venezuela.
“Me he ido desarrollando en mi trabajo y gracias a Dios he podido salir hacia adelante”.
Roberto es un hombre alegre, de trato afable, y dice que su mayor tesoro son sus hijos y su esposa, con quien tiene 12 años de casado. La relación entre ambos inició durante unas vacaciones en República Dominicana, donde nació su primogénito que hoy tiene cinco años.
“Antes viajaba tres veces por año. Ahora que ya están aquí solo voy una”. La familia se reunió en 2013 y creció hace tres años con la llegada de una niña.
Lo que más le gusta cocinar es carne y pescado, sin dejar de lado la comida dominicana. Para este chef la innovación es una prioridad, pues siempre trata de darle un toque personal a cada receta. “El dominicano es loco con su carne. Siempre la piden con arroz, habichuela y tostones”.
A lo largo de su vida por la ciudad de Nueva York ha trabajado en restaurantes reconocidos del centro de Manhathan y El Bronx, donde junto a un equipo ha tenido que cocinar hasta para 900 personas.
Roberto extraña su país y se define como un patriota. Lo único que lamenta es la delincuencia “que está fuerte ahora”, aunque espera que “las cosas se arreglen un día de estos”. Sin embargo, quiere volver.
“Siempre pienso con el tiempo irme a descansar a mi país. Espero volver de regreso para atrás, para descansar tranquilo allá”.
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