12 de mayo de 2016

Brasil tiene nuevo gobierno tras suspensión de presidenta


La sustitución de la presidenta Dilma Rousseff por su vicepresidente, Michel Temer, hará que el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la mayor fuerza política del país, asuma por tercera vez la jefatura de Estado sin haber vencido nunca unas elecciones presidenciales.

El gobierno de transición presidido por Michel Temer tomará probablemente medidas de austeridad y ajuste fiscal para reequilibrar las cuentas públicas, así como propuestas de corte liberal que podrían incluir privatizaciones.
Nadie esperaba sorpresas y no las hubo. Como estaba previsto, la mayoría del Senado brasileño votó a favor de iniciar un juicio político contra Dilma Rousseff y apartarla temporalmente del poder. Concluye así un ciclo que comenzó con la elección de Luiz Inácio Lula da Silva en 2002 y se abre una nueva etapa liderada por Michel Temer, vicepresidente y ahora presidente en funciones.

Entre el sindicalista Lula y la exguerrillera Dilma, el Partido de los Trabajadores (PT) ha ejercido el poder durante más de 13 años. Cuatro mandatos conquistados de forma consecutiva en las urnas y sólo interrumpidos por un turbulento proceso de impugnación (o impeachment) en el Congreso Nacional.


Durante los debates en la Cámara de los Diputados y el Senado, los aliados de la presidenta criticaron la tramitación parlamentaria como un “golpe”. En cambio, sus rivales defendieron que el mecanismo es una forma de “devolver el poder al pueblo”. Dilma fue reelegida con el 51% de los votos en 2014, pero hoy los sondeos indican que más del 60% rechaza su gestión como “mala” o “pésima”.

En la práctica, la admisión del impeachment significa la entrada de un gobierno de transición dirigido por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Una formación poco definida ideológicamente y que cuenta con el mayor número de afiliados, senadores, diputados, gobernadores y alcaldes en todo el país.

Cambio de mando

Será la tercera vez que los peemedebistas, como son conocidos, llegan al Palacio de Planalto. Y siempre de forma indirecta. José Sarney (1985-90) asumió el poder tras el fallecimiento del presidente electo en vísperas de la investidura, mientras que Itamar Franco (1992-94) llegó al cargo por medio de un impeachment, igual que ocurre ahora con Michel Temer.

En las urnas, sin embargo, al PMDB históricamente no le ha ido tan bien. Tanto en 1989 como en 1994, sus aspirantes a la Presidencia de la República cosecharon menos del 5% de los votos. Desde entonces, el partido no ha vuelto a lanzar candidato propio, sino que se ha limitado a apoyar a los nombres presentados por otras siglas.

En cambio, sus dirigentes están acostumbrados a presidir una o ambas cámaras del Congreso durante largos periodos y también suelen ocupar un espacio destacado en la Explanada de los Ministerios en Brasilia. Es precisamente esa característica la que mejor define al PMDB: su capacidad de estar siempre en el poder, de una forma o de otra. Sus líderes son camaleones políticos, capaces de adaptarse a gobiernos de diferentes colores e ideologías.

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