Su esfuerzo, plegarias y, más importantemente, su reunión con el papa Francisco en el Vaticano dieron los frutos que la pequeña Jersey Vargas esperaba: anoche se reencontró con su padre al llegar al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles desde Roma.
“Fue lo mejor”, dijo Jersey entre lágrimas. “No célebre mis cumpleaños porque mi papá no estaba conmigo. He estado esperándolo”.
El caso de de Mario Vargas-López ganó notoriedad en los últimos días luego de que la menor de 10 años de edad de Panorama, California, logró que el Sumo Pontífice intercediera ante el presidente Barack Obama por la posible deportación de su padre. Un día después de la reunión entre el papa y el presidente de Estados Unidos, Vargas-López fue liberado.
Vargas-López estuvo cinco meses en una cárcel de Louisiana tras ser detenido por manejar sin licencia. De acuerdo a su abogado, Alex Gálvez, él lleva más de 10 años en el país, tiene buena conducta y tiene hijos estadounidenses. Se tuvo que pagar una fianza de $5 mil para su liberación.
“Yo creo que fue un milagro”, declaró Jersey a La Opinión después de que su padre fue puesto en libertad, “porque si no hubiera hablado con el papa Francisco esto no hubiera pasado tan rápido”.
La pequeña Jersey es la tercera de cinco hermanos del matrimonio entre Vargas-López y su esposa Lola. Mientras que ella y dos de sus hermanos son ciudadanos estadounidenses, los otros dos cuentan con permisos temporales.
Antes de irse de LAX con su familia, la niña Jersey dijo ante los periodistas reunidos que seguiría peleando por los casos de otros niños separados de sus padrespor su estatus migratorio.
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