9 de febrero de 2012

Se inyectó las nalgas y a los tres meses no podía caminar

Con 1.000 cc de una sustancia llamada Biofil, Taylee Castellanos corrigió varias áreas de flacidez en sus glúteos. “Busqué en Internet y aparecían maravillas, conocí a 5 personas que me lo recomendaron y me lo vendieron como un producto inocuo”.


La sesión del tratamiento se la realizó en diciembre de 2010. Tres meses después, la sustancia, que era un biopolímero, le migró a la espalda y también a los talones. “A los tres meses de la inyección me comenzó un dolor de espalda que me imposibilitaba caminar”, señaló la joven de 29 años de edad.




Castellanos lidera una campaña contra los biopolímeros, una sustancia que corría libremente por peluquerías, gimnasios, centros estéticos y consultorios médicos hasta diciembre, cuando el Ministerio de Salud prohibió su uso.

A través del correo afectadasbiopolimeros@gmail.com ha recopilado los datos de al menos 150 mujeres afectadas por las inyecciones, que generan reacciones inflamatorias ante el cuerpo extraño, el silicón líquido. El Instituto de Biomedicina del Hospital Vargas ha atendido unos 500 casos, pero sigue siendo un problema sin solución.

La intención de Castellanos es exigir acciones más contundentes por parte del Ministerio de Salud y evitar que más mujeres resulten afectadas.
Asegura que los biopolímeros se siguen aplicando. Estas sustancias de relleno la dejaron prácticamente discapacitada. Perdió su empleo como periodista e instructora de bailoterapia y no puede manejar.

Para masoquistas. Tibisay López se sometió en julio a dos sesiones de inyecciones de biopolímeros aunque sabía que eran dañinos. “Había visto la información en Internet, que decía no a los biopolímeros. Pero el médico esteticista me dijo que él nunca había tenido problemas, que todo dependía de la aplicación”.
Así se inyecten en el quirófano más aséptico, estas sustancias son peligrosas porque el cuerpo no las tolera. En el caso de López fueron más de 20 inyectadoras de 5 cc, en dos sesiones con anestesia local, para completar los 500 cc que lleva en cada nalga.

El esteticista pidió el producto por teléfono y se lo enviaron por correo postal. “El envase tenía una etiqueta dorada que decía biopolímeros”.
A los dos meses de las inyecciones se le enrojecieron las nalgas. “A veces se ponen moradas, casi cianóticas”. Acudió a la misma peluquería donde le hicieron el aumento, que pagó a crédito, y le aplicaron ultrasonido y masajes, porque supuestamente requería arreglos. Ahora empieza a sufrir las consecuencias.

“Aún no me ha migrado, pero siento dolores de cabeza, fiebre, la nalgas se me calientan muchísimo, tengo dolor de piernas. Esto es para masoquistas. No puedo ir a la playa, no puedo llevar una vida normal y tengo miedo a morirme”.
Inspecciones. Divis Antúnez, director de Contraloría Sanitaria, informó que se inicia un nuevo plan de inspecciones en establecimientos ubicados en 5 centros comerciales de Caracas.


Señaló que luego de la prohibición no han encontrado biopolímeros durante las visitas realizadas. Los locales sin permiso sanitario o que usen productos no registrados, son cerrados.

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