Derek Jeter visitó Cooperstown cuando era un chiquillo hace cuatro décadas y asegura que no recuerda mucho del viaje. Regresa esta semana y seguramente no se olvidará de ningún momento.
Después de un retraso de más de un año, el ex campocorto y capitán de los Yanquis de Nueva York será exaltado el miércoles al Salón de la Fama del Béisbol, acompañado por otros tres que fueron incluidos en la clase de 2020 — Ted Simmons, Larry Walker, y el fallecido Marvin Miller, cuyas gestiones en el frente laboral transformaron el deporte.
La ceremonia del año pasado fue cancelada por la pandemia de coronavirus. Nadie fue seleccionado este año tras la votación de los cronistas y los comités del Salón de la Fama pospusieron sus elecciones hasta el próximo receso de invierno debido a la pandemia.
“Por más extraño que esto suene o podría sonar, trato de no pensar al respecto”, dijo Jeter, quien a sus 47 años funge como dueño y director ejecutivo de los Marlins de Miami. “Nada más quiero ir y experimentarlo. Procuro no estar pensando en ello, porque no quiero ir con una noción preconcebida de lo que podría pasar. Quiero experimentarlo y disfrutarlo. Mucho tiempo esperando”.
En 2007, las exaltaciones de Cal Ripken Jr. y Tony Gwynn generaron una concurrencia récord, estimada en 82.000 personas, en el vasto césped del Clark Sports Center a las fueras de esta pequeña localidad en el norte del estado de Nueva York.
Cuando Jeter fue elegido en enero de 2020, se creyó que ese récord estaría en peligro por su popularidad y la cercanía con Nueva York, y los fanáticos se apuraron a hacer reservaciones.
Con una ceremonia a mitad de semana, en vez de la tradicional tarde de domingo, la reanudación de las clases y riesgo de mal tiempo, el Salón de la Fama no se atreve a dar un pronóstico.
Tras los decesos de ocho miembros del Salón de la Fama en el último año y medio, entre ellos Hank Aaron y Whitey Ford, y una pandemia que no cesa, la cifra de miembros que acudirá a la ceremonia no pasaría de 31. Recién dos años atrás, un total de 58 hicieron acto de presencia.
Simmons, de 72 años y brillante receptor y primera base en los 70 y 80 con los Cardenales de San Luis y los Cerveceros de Milwaukee, le encontró un beneficio a la larga demora.
“La espera ha sido buena y mala — mala en el sentido que tuviste que esperar un año extra para que esto fuera realidad, pero buena porque lo extendió por un año”, dijo Simmons, quien creció en las afueras de Detroit. “Ha sido un período difícil estos últimos dos años en todo el país y para la sociedad en general con esta pandemia. El que esto se pueda cristalizar nos acerca a tener cierta normalidad, que es lo que deseamos”.
El siempre ameno Walker, de 54 años, dijo que la demora sirvió para acentuar de cierta forma lo irreal de su elección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario