Conocido como “Air Cocaína”, el escándalo desatado en marzo de 2013 tras la incautación en la República Dominicana de 700 kilos de droga en un jet privado ha tomado un nuevo rumbo con la huida de ese país de los dos pilotos franceses, condenados por narcotráfico.
Pascal Fauret y Bruno Odos, de 55 y 56 años, fueron arrestados entonces junto a otros dos franceses en el aeropuerto de Punta Cana, cuando se disponían a despegar rumbo a Saint-Tropez (Costa Azul) en un Falcon propiedad del empresario de óptica Alain Afflelou en el que las autoridades dominicanas hallaron la droga, valorada en 30 millones de euros.
Recelosos de la imparcialidad de la justicia dominicana y de un proceso que según ellos estuvo trufado de incongruencias, su huida, que los protagonistas rechazan calificar de fuga, comenzó a tramarse el pasado agosto, cuando se dictó condena en primera instancia, 20 años de cárcel por tráfico de drogas.
Aunque los dos pilotos siempre han asegurado que no conocían la carga que transportaban, uno de los cuatro dominicanos también condenados, Luis Daniel Pérez, quien se declaró culpable, admitió en la audiencia que al llenar el avión una de las maletas se rompió, la droga salió rodando y éstos la recogieron y la volvieron a colocar dentro.
Tras quince meses bajo arresto domiciliario, los cuatro franceses estaban en libertad a la espera de que el caso fuera examinado en apelación, pero tenían prohibido abandonar el país.
En su primera comparecencia ante la prensa desde que se conociera su llegada a Francia, acompañado por su abogado y su mujer, Fauret insistió hoy en que el “reflejo” de volver a casa estuvo motivado por “una justicia que no investiga, que no escucha, que condena a veinte años por el único motivo de ser francés”.
Se abstuvo de ofrecer el relato detallado de su periplo para no delatar al resto de personas implicadas, entre quienes habría un comando de antiguos compañeros militares.
Las autoridades francesas, para desmarcarse de toda vinculación política, han asegurado que “su decisión es un acto individual en la que el Estado no está implicado” y que el Gobierno “toma nota” de su regreso, a la vez que mantiene su apoyo a los otros dos condenados que siguen en el país caribeño.
La reconstrucción hipotética de la evasión, según los medios franceses, lleva a Fauret y a Odos en barco hasta la isla caribeña de San Martín, desde donde habrían tomado un primer avión hasta Martinica y un segundo desde allí hasta su país.
“Tuvieron la oportunidad de salir de ese infierno e hicieron bien”, subrayó hoy en París uno de sus abogados, Eric Dupond-Moretti, para quien esa evasión no constituye una infracción en Francia y, por lo tanto, “no es necesario emitir ningún tipo de mandato (de arresto)”.
Sus clientes, aseguró, no están fugados, sino a disposición de que la justicia francesa los convoque a declarar.
Los otros dos condenados, el asistente de vuelo Alain Castany y el pasajero Nicolás Pisapia, permanecen en la República Dominicana, a la espera del juicio en apelación.
“Sigo confiado y combativo, concentrado en esa apelación. La hemos preparado durante mucho tiempo. Se va a presentar en los próximos meses, de aquí a diciembre o enero”, indicó Pisapia en una declaración retransmitida por la cadena BFM TV.
Fauret se defendió hoy de las acusaciones de “insolidaridad” alegando que su salida “no afecta para nada” a los otros dos, que el viaje por el que fueron detenidos “no era un vuelo entre amigos” y que “cada uno gestiona su propia vida”.
Menos categórico, su abogado pidió “no añadir culpabilidad a una situación ya de por sí difícil” y confió en que las autoridades francesas pongan todo de su parte para conseguir el traslado a Francia del resto de sus ciudadanos.
Y aunque el Ejecutivo evita pronunciarse, la huida tiene una vertiente política, pues el eurodiputado del ultraderechista Frente Nacional Aymeric Chauprade pudo haber participado en el plan, según los medios franceses.
Y por si al caso le faltara algo, salpicó también de refilón al expresidente y líder conservador Nicolas Sarkozy, quien, según se conoció por la prensa, había viajado en ese mismo jet tres veces entre 2012 y 2013 a Catar, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos.
La justicia investiga ahora si Sarkozy pagó por esos vuelos a una empresa de su amigo Stéphane Courbit, Lov Group, a la que fueron facturados dichos viajes.
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