Después de intercambiar un poco con nuevos y antiguos compañeros- jugó con Bartolo Colón en Cleveland y con Coco Crisp en Boston- Ramírez saltó al terreno y aunque no montó exactamente un show de fuegos artificiales, sí lució muy bien para su primera sesión de bateo en un terreno de Grandes Ligas desde abril del año pasado, cuando fue suspendido por segunda vez por arrojar positivo a sustancias prohibidas.
Luego de la rutina, Ramírez enfrentó un batallón de periodistas y más que responder preguntas, dictó una charla sobre lo grandioso que ha sido para su vida haber encontrado a Dios, algo con lo que parece sentirse cómodo en los últimos tiempos.
"Estaba nervioso cuando venía en el taxi, pero gracias a Dios cuando comencé a batear, me sentí bien", dijo Ramírez, quien sacó varias pelotas del parque, incluyendo una entre los jardines central y derecho y otra por encima de la señal de 410 en el centerfield.
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