El flujo de vehículos de motor es prácticamente nulo, por lo que las principales vías lucen vacías, para variar el paisaje cotidiano de caos y embotellamiento vehicular con su carga de stress.
El flujo de personas también se ha reducido en por lo menos un 80 por ciento, a partir de un cálculo poco científico,basado en la observación.
Los servicios de transporte colectivo en la Capital también se ha diezmado por el escaso número de pasajeros. Lo mismo ocurrre con el del transporte interurbano.Una escena que se repite en una que otra calle es la de personas embriagadas acostadas en las aceras y en uno que en otro caso, en sillas.
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