Habían asistido al Centro Médico de San Juan para ver a uno de los muchos especialistas que el joven necesita para su tratamiento de esclerosis tuberosa, una enfermedad genética que puede causar tumores en el cerebro, riñones y otros órganos.
Pero cada vez es más difícil encontrar médicos especializados en una isla sumida en profundos problemas económicos.
Pasar seis horas en la sala de espera ya no es la excepción, sino la regla. Un neurólogo pediátrico le dijo hace poco a Serrano que su hijo, Cedrik, necesitaba esperar 10 meses para ser atendido.
“Uno vive aterrorizado todos los días”, dijo Serrano hace unos días mientras se aferraba a su historial médico y volteaba ansiosamente al pasillo en espera de que apareciera un enfermero o un doctor. “Uno se siente impotente. Eso es el no poder hacer nada y esperar a que llegue la fecha”.
Los médicos han abandonado Puerto Rico gradualmente durante una recesión que ya ha cumplido una década y que tiene asfixiada a la isla, llevando a más de 200.000 personas a emigrar al territorio continental de Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.
Lo que era una salida constante de pediatras, cirujanos, ortopedistas, neurólogos y otros especialistas se ha convertido ahora en una estampida, dado que la economía no da muestras de mejorar y los problemas financieros en el programa de seguros de salud del territorio prácticamente imposibilitan que los doctores puedan seguir en activo.
Se espera que este año unos 700 médicos dejen Puerto Rico, el doble de los que emigraron hace dos años, comentó el doctor Víctor Ramos, presidente de la Asociación de Cirujanos de la isla. El número de doctores en el territorio estadounidense ha descendido de 14.000 a 9.000 en la última década. La mayoría de ellos dejó la isla en busca de mejores salarios y costos de vida más bajos en Estados Unidos.
Ahora, la isla de 3,5 millones de habitantes sólo tiene dos urólogos pediátricos, un ortopedista especializado en tobillos y pies, un cardiólogo pediátrico y un puñado de genetistas y endocrinólogos. Ver a un especialista puede tomar hasta un año, señaló Ramos.
“La gente está tardando mucho más para conseguir una cita médica, incluyendo citas que podrían ser cuestión de vida o muerte porque sencillamente no hay espacio”, subrayó.
El doctor Hiram Luigi, cirujano ortopedista, dijo que debe realinear los huesos a sus pacientes un par de veces al mes debido a que no ven a tiempo a un especialista.
“Yo llevo 30 años de ortopeda, y nunca he visto esto como está ahora”, comentó Luigi.
La falta de especialistas ha afectado de manera adversa a los pacientes, cuyas condiciones de salud a menudo empeoran antes de recibir atención médica.
Muchas personas como Serrano se han mudado a Estados Unidos con el objetivo específico de recibir atención médica. “Busco calidad de vida”, declaró.
Los problemas financieros de Puerto Rico son los principales responsables. El gobierno está atrasado en los pagos de seguros, mientras lucha por cubrir los pagos de una deuda que se ha disparado en los últimos años hasta casi los 70.000 millones de dólares. Los médicos no solo lidian con los reembolsos retrasados por sus servicios, sino que también reciben menos dinero a través de los programas gubernamentales de Medicare y Medicaid del que recibirían de seguros médicos privados por los mismos servicios en Estados Unidos.
Muchos especialistas ya no aceptan pacientes con Medicaid, que cubre casi a la mitad de la población de Puerto Rico. La gran mayoría de los pacientes como el hijo de Serrano ahora buscan especialistas en el principal hospital público de Puerto Rico, haciendo fila desde, incluso, la 1 de la madrugada para recibir atención médica.
“Es realmente el último recurso para muchas personas”, dijo Edgar Colón, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. “No damos abasto”.
El hospital sufre ante el incremento de pacientes mientras opera con un presupuesto cada vez más escaso, incapaz de adquirir ciertos suministros médicos como hacía en las épocas en las que el gobierno aún podía pedir dinero prestado.
Jorge Vidal, presidente electo de la Asociación de Radiología de Puerto Rico, dijo que no puede realizar ciertos procedimientos debido a que no puede obtener dos tipos de agujas especializadas.
“Es bien sencilla la razón por la cual no las han comprado. Valen 300 dólares”, dijo.
Tales problemas obligaron al pediatra Héctor Nieves a mudarse a Florida en febrero de 2015. En su nueva oficina, la máquina contestadora ofrece citas ese mismo día.
“No me arrepiento de haberme ido”, dijo Nieves. “Los problemas de Puerto Rico son mucho más grandes de lo que la gente cree”.
Aquellos que se quedaron afirman que la situación solo empeorará.
Más del 20% de la población de la isla tiene al menos 60 años de edad y se anticipa que ese porcentaje se dispare debido a que no solo los médicos, sino todo tipo de puertorriqueños emigran al territorio continental de Estados Unidos.
Serrano y su hijo pronto se mudarán a Orlando para unirse a su esposo, quien encontró un trabajo ahí. Está optimista en que encontrará a los especialistas que realicen los chequeos que su hijo necesita cada seis meses.
“Ahora me puedo ir tranquila”, comentó. “Siento que volví a nacer”.
Pasar seis horas en la sala de espera ya no es la excepción, sino la regla. Un neurólogo pediátrico le dijo hace poco a Serrano que su hijo, Cedrik, necesitaba esperar 10 meses para ser atendido.
“Uno vive aterrorizado todos los días”, dijo Serrano hace unos días mientras se aferraba a su historial médico y volteaba ansiosamente al pasillo en espera de que apareciera un enfermero o un doctor. “Uno se siente impotente. Eso es el no poder hacer nada y esperar a que llegue la fecha”.
Los médicos han abandonado Puerto Rico gradualmente durante una recesión que ya ha cumplido una década y que tiene asfixiada a la isla, llevando a más de 200.000 personas a emigrar al territorio continental de Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.
Lo que era una salida constante de pediatras, cirujanos, ortopedistas, neurólogos y otros especialistas se ha convertido ahora en una estampida, dado que la economía no da muestras de mejorar y los problemas financieros en el programa de seguros de salud del territorio prácticamente imposibilitan que los doctores puedan seguir en activo.
Se espera que este año unos 700 médicos dejen Puerto Rico, el doble de los que emigraron hace dos años, comentó el doctor Víctor Ramos, presidente de la Asociación de Cirujanos de la isla. El número de doctores en el territorio estadounidense ha descendido de 14.000 a 9.000 en la última década. La mayoría de ellos dejó la isla en busca de mejores salarios y costos de vida más bajos en Estados Unidos.
Ahora, la isla de 3,5 millones de habitantes sólo tiene dos urólogos pediátricos, un ortopedista especializado en tobillos y pies, un cardiólogo pediátrico y un puñado de genetistas y endocrinólogos. Ver a un especialista puede tomar hasta un año, señaló Ramos.
“La gente está tardando mucho más para conseguir una cita médica, incluyendo citas que podrían ser cuestión de vida o muerte porque sencillamente no hay espacio”, subrayó.
El doctor Hiram Luigi, cirujano ortopedista, dijo que debe realinear los huesos a sus pacientes un par de veces al mes debido a que no ven a tiempo a un especialista.
“Yo llevo 30 años de ortopeda, y nunca he visto esto como está ahora”, comentó Luigi.
La falta de especialistas ha afectado de manera adversa a los pacientes, cuyas condiciones de salud a menudo empeoran antes de recibir atención médica.
Muchas personas como Serrano se han mudado a Estados Unidos con el objetivo específico de recibir atención médica. “Busco calidad de vida”, declaró.
Los problemas financieros de Puerto Rico son los principales responsables. El gobierno está atrasado en los pagos de seguros, mientras lucha por cubrir los pagos de una deuda que se ha disparado en los últimos años hasta casi los 70.000 millones de dólares. Los médicos no solo lidian con los reembolsos retrasados por sus servicios, sino que también reciben menos dinero a través de los programas gubernamentales de Medicare y Medicaid del que recibirían de seguros médicos privados por los mismos servicios en Estados Unidos.
Muchos especialistas ya no aceptan pacientes con Medicaid, que cubre casi a la mitad de la población de Puerto Rico. La gran mayoría de los pacientes como el hijo de Serrano ahora buscan especialistas en el principal hospital público de Puerto Rico, haciendo fila desde, incluso, la 1 de la madrugada para recibir atención médica.
“Es realmente el último recurso para muchas personas”, dijo Edgar Colón, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. “No damos abasto”.
El hospital sufre ante el incremento de pacientes mientras opera con un presupuesto cada vez más escaso, incapaz de adquirir ciertos suministros médicos como hacía en las épocas en las que el gobierno aún podía pedir dinero prestado.
Jorge Vidal, presidente electo de la Asociación de Radiología de Puerto Rico, dijo que no puede realizar ciertos procedimientos debido a que no puede obtener dos tipos de agujas especializadas.
“Es bien sencilla la razón por la cual no las han comprado. Valen 300 dólares”, dijo.
Tales problemas obligaron al pediatra Héctor Nieves a mudarse a Florida en febrero de 2015. En su nueva oficina, la máquina contestadora ofrece citas ese mismo día.
“No me arrepiento de haberme ido”, dijo Nieves. “Los problemas de Puerto Rico son mucho más grandes de lo que la gente cree”.
Aquellos que se quedaron afirman que la situación solo empeorará.
Más del 20% de la población de la isla tiene al menos 60 años de edad y se anticipa que ese porcentaje se dispare debido a que no solo los médicos, sino todo tipo de puertorriqueños emigran al territorio continental de Estados Unidos.
Serrano y su hijo pronto se mudarán a Orlando para unirse a su esposo, quien encontró un trabajo ahí. Está optimista en que encontrará a los especialistas que realicen los chequeos que su hijo necesita cada seis meses.
“Ahora me puedo ir tranquila”, comentó. “Siento que volví a nacer”.
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