Déjenlo comer. Ya, déjenlo comer!, se escuchó decir a un jovencito al que nadie prestaba atención.
Se mezclaron los gritos, los aplausos, los silbidos, los cuchicheos y el ruido de las sillas al arrastrarlas, cuando decenas de jóvenes adolescentes se pusieron de pie o abandonaron sus asientos para comprobar por sí mismos que el presidente Danilo Medina había llegado al lugar.