Las autoridades dijeron en el momento que González, estaba celoso con la novia que trabajaba en el establecimiento, y que había roto las relaciones con él, por lo que el hombre, decidió cobrárselas con todos los que estaban dentro de la discoteca.
La mayoría de muertos eran garífunas hondureños y de otros países de Centro y Suramérica.
González, pidió ser dejado en libertad condicional, mientras cumple 87 cadenas consecutivas, una por cada una de las víctimas, pero su primer intento después de un cuarto de siglo en la cárcel, fracasó.
El reo, quien llegó a Estados Unidos por Miami en el barco “El Mariel” procedente de Cuba, mediante un acuerdo entre los presidentes Fidel Castro y Bill Clinton, fue declarado culpable de 174 cargos de asesinato, después de haber quemado la discoteca.
“El señor González no podría volver a vivir en libertad sin volver a cometer crímenes horrendos y su liberación no es compatible con el bienestar de la sociedad”, dictaminaron los miembros de la junta.
González, de 60 años de edad actualmente, compró gasolina en una estación cercana a la discoteca, luego de una discusión con Lydia Feliciano, su novia en aquel entonces.
Ella era la taquillera del negocio y él regresó con el embase, después de pagar $1 dólar por el combustible, que derramó por debajo de la puerta de la discoteca, tras ser expulsado por un portero y encendió la gasolina con dos fósforos.
La señora Feliciano, fue una de las seis personas que lograron escapar de las llamas, salvándose milagrosamente de la masacre.
Cuando fue interrogado por la policía él dijo que “el diablo me ordenó que quemara a todo el mundo”. Intentó suicidarse y fue puesto en una celda especial de vigilancia en la cárcel de Rikers Island, hasta ser procesado en la corte.
“La ira estaba con el hombre que dejé atrás”, le dijo a los miembros de la junta en una video conferencia desde la cárcel, situada en el suburbio de Dannemora en Nueva York.
“En ese momento, yo no estaba pensando en lo que estaba haciendo”, añadía el cubano. “En relación a la discoteca, no sabía cuántas personas estaban adentro. Cuando llegué vi a pocos bailando y bebiendo, pero la discoteca tenía dos plantas y yo no lo sabía”, relató.
El propietario de “Happy Land”, había sido multado numerosas veces por violación a los códigos de los bomberos y edificios y no tenía puertas de salida de emergencia.
Los investigadores creyeron que se produjo una estampida entre los asistentes, en la que murieron muchos y el resto, pereció asfixiado por el humo y quemados.
González le dijo a la junta que si era puesto en libertad condicional, viviría con un pariente que no identificó, pero el panel alegó también que él no ha hecho ningún esfuerzo para superarse en la cárcel, como estudiar el bachillerato o aprender inglés.
En noviembre del 2016, puede repetir la petición.
El próximo miércoles, se celebrarán varios actos de recordación a las víctimas.
Nota de Miguel Cruz Tejada
No hay comentarios:
Publicar un comentario