Las cámaras de seguridad grabaron el momento en el que los agentes se acercaron a la víctima con sus macanas (porras) en manos y extendidas y luego lo patearon, le dieron múltiples puñetazos, con los palos y lo empujaron con las botas.
Le rompieron el hueso orbital y le produjeron contusiones en la cara y otras partes del cuerpo.
Rivera dijo que los oficiales lo saludaron, pero como era de noche y en un área penumbrosa, él tuvo miedo y no quiso detenerse frente a ellos.
Originalmente, la jefatura alegó que Rivera atacó a los oficiales, un argumento recurrente en los departamentos de policía en Estados Unidos, envueltos en controversiales actos de violencia contra los civiles de las minorías.
Ambos oficiales fueron acusados de asalto agravado, pero no hubo acuerdo en el que Rivera pudiera interponer una demanda contra la uniformada.
Estuvo durante 10 horas en una celda de donde fue liberado con cargos de asalto contra dos policías, conducta desordenada y resistirse al arresto.
La paliza, le causó problemas en su trabajo en un hospital que había conseguido con ayuda de su novia, con la que tiene una hija de cinco años de edad.
Por tres días de ausencia, que tuvo que tomar para acudir a las citas médicas, fue cancelado, a pesar de que el supervisor lo había felicitado por su buen desempeño.
Nota de Miguel Cruz Tejada
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