NUEVA YORK,- Un médico dominicano identificado como Danilo Montero Ramírez de 61 años de edad y su asistenta, la dominicana Teresa Araujo Martínez, fueron condenados a 27 y 18 meses de cárcel respectivamente, después de declararse culpables de mantener un “quirófano” clandestino en el que le alteraban las huellas dactilares a numerosos narcos criollos, que habían reentrado ilegalmente a los Estados Unidos y/o eran buscados por las autoridades, para evadir sus identificaciones.
Montero y Martínez, cumplirán sendas condenas en cárceles federales. Además de los 18 meses detrás de los barrotes, la mujer fue sentenciada también otros tres años en libertad condicional.
El médico, quien no tenía licencia para ejerce en el estado de Massachusetts, donde la pareja fue arrestada en noviembre en la ciudad de Peabody (Boston), tendrá que pagar una multa de $5.000 dólares.
Los investigadores dijeron que detuvieron a Montero y a Martínez, luego de recibir confidencias de que ambos, se dedicaban a raspar para alterarlas, las huellas digitales de los prófugos y algunos inmigrantes que estaban ilegalmente en los Estados Unidos, con el propósito de que sus identidades no pudieran ser detectadas por las autoridades, en caso de arrestos.
Además, fueron acusados de encubrir extranjeros ilegales y posesión de Oxicodona con fines de distribución.
El juez federal Richard Stearns, sentenció a la mujer un día después de haberlo hecho con el médico.
La pareja, cayó en manos de los federales cuando los investigadores infiltraron un agente encubierto, que se hizo pasar por un inmigrante ilegal y acudió a ellos para que le alteraran las huellas, a lo que el médico accedió, cobrándole varios miles de dólares.
El Departamento de Seguridad Nacional, dijo que desde el 2010 había recibido acerca de la actividad ilícita del galeno, enterándose que él, alteraba quirúrgicamente las huellas de los prófugos.
El informante, llevó un micrófono y una cámara ocultos y grabó el acuerdo que hizo con el doctor Montero Ramírez. El médico, tenía el “quirófano” en un apartamento de Peabody.
El encubierto, se reunió con el sentenciado en un restaurante de la ciudad de Lynn y grabó la conversación en el trayecto desde ese poblado al de Reverer, donde planearon la cirugía.
Montero, les dijo a los federales que él es un médico graduado en la República Dominicana y que estaba jubilado en su país, pero que viajaba con frecuencia a Massachusetts para hacer el “trabajo” con las huellas.
Montero, cortaba las puntas de los dedos y en diez días, retiraba la sutura, además de suministrarles analgésicos para el dolor a sus clientes, que eran administrados por la señora Martínez.
Las huellas de la mujer fueron también alteradas por el médico dominicano.
Ella, había sido arrestada en Somerville por tráfico de cocaína y después asumió una nueva identidad, luego de la cirugía que le hizo el médico.
Nota de Miguel Cruz Tejada
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