Al parir de forma vertical, la pelvis se encuentra libre y permite adoptar todas las orientaciones posibles (ante/retroversión, inclinaciones laterales, rotaciones...).
La fuerza de la gravedad se suma a la de la contracción, permite un mejor y más rápido encajamiento del bebé en la pelvis.
En la última fase del expulsivo el feto se enfila muy bien en el estrecho inferior de la pelvis, y ésta se adapta mejor al bebé.
Estando de pie, la mujer puede buscar la rotación de las caderas, modificando internamente los diámetros de la pelvis, y a la vez aliviar los dolores ligamentosos.
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