Si eres de lo que tiene un Facebook común o eres de lo que pide permiso para beber, podrías estar en la lista de los hombres controlado completamente por tu mujer. Chequea aqui otras razones por lo que puede estar en lista.
¿Eres un hombre dominado totalmente por su novia? Si te sientes identificado con alguno de los siguientes puntos, probablemente sí.
1. Ella conoce todas tus contraseñas
Bien es verdad que una mujer tiene todas las capacidades para ser envidiada por la CIA, el FBI, el CNI, la TIA y demás servicios de inteligencia de renombre.
Pero una cosa es que ella haya ido averiguando, con el paso del tiempo, gracias a variadas y azarosas coincidencias, comentarios, transferencias y gestiones tus numerosas contraseñas y otra muy distinta que tú se las des porque, ya ves tú, sois la misma persona.
Que tu pareja conozca todas tus contraseñas no tiene por qué ser signo de confianza plena y, desde luego, que te haya exhortado a contárselas no significa que tú la ames profundamente. Piénsalo.
2. Tus amigos ahora son sus amigos
¿Cómo pasó? ¿En qué momento? Evidentemente, era genial lo bien que se llevaba tu chica con tus amigos.
Buen rollo, colegueo, bromas. Signo irrefutable, de hecho, de que es la mujer de tu vida: aguanta con gusto todas las tonterías que dicen tus amigos.
¿Pero desde cuándo son sus amigos y no los tuyos? ¿Tan bien se caen? ¿No será que ella quiere tener absolutamente controlada también esa parte de tu vida, y enterarse de lo que haces cuando salís en plan machos? Mmmm... Sospechoso.
Ah, y por cierto, también puede ocurrir a la inversa: que tus amigos ya no existan y seas amigo de los suyos. Ojito.
3. Opinas que Pablo Alborán, Álex Ubago, Alejandro Sanz y Enrique Iglesias "no están tan mal"
Y, además, conoces el último videoclip de Lady Gaga y saltas de alegría al reconocer en el ascensor el último hit de Beyoncé. Está genial ser permeable y contagiarse por los gustos del otro. El amor nos abre y eso es bonito. ¿Pero tú no eras un intransigente musical? ¿Qué demonios te pasa?
4. Ella te planifica la vida
Tú ibas a tomarte unas cañas, y luego habías quedado para ver el partido, y la verdad es que más tarde te apetecía irte a casa y echar una partidita al videojuego ese nuevo que te apetece tanto probar.
Pero resulta que ella tiene dos entradas para el cine (táctica: comprar unas entradas, reservar mesa y demás acciones que obliguen a cumplir con el compromiso en cuestión) y tú, que eres un buenazo, te amoldas. Buenazo o dominado, según se mire.
5. Ese mote que debería ser privado lo usa en público
...y tú no te quejas. Has dejado de ser Jorge, Félix, Joaquín, Jaime, Pablo, Miguel: tu identidad ha muerto definitivamente y el nombre que te otorgaron tus progenitores ha quedado enterrado en el olvido. Ahora eres Cosita, Cuchi Cuchi, Churri, Cari, Caraboba, Capullito de Alhelí. ¡Y no haces nada al respecto!
6. Le pides permiso para beber
Bueno, si bebes alcohol la noche se alargará, lo mismo no puedes conducir luego, igual te pones un poco pesado... Y tú lo entiendes (?), y pones cara de cordero degollado, y le dices: "Cuchi cuchi, ¿te importa si me tomo una birra o tienes entradas para ir después al cine?".
7. Ella ha comprado un perro que se supone que es de los dos
Tú no querías ni perro, ni gato, ni ningún ser vivo en casa. Ninguno, a excepción de vosotros dos. Pero ella aparece un día muy sonriente con un perro "monísimo" bajo el brazo y resulta que ahora tenéis perro. Los dos. Porque eso une mucho. Adivina quién madruga para sacarlo a pasear antes de irse al trabajo.
8. Tenéis un Facebook común
O un Twitter o un correo electrónico o un Instagram en común, y de ahí al hijo hay un paso. Primero es un perfil conjunto de LinkedIn y luego es un bebé, así que ándate con ojo.
9. Tus amigos ya no te llaman
Cansados de oír que ya tienes planes con ella o, peor aún –lejos quedaron los tiempos en que brindabas por la soltería– que "tenéis planes", han dejado de llamar. No obstante, cuando la tipa en cuestión te deje porque ha encontrado a un cuchi cuchi mejor (y porque, está claro, hace contigo lo que quiere) serán ellos los que te sacien con birras y conversación. Y, además, se supone que te apetece verlos. Así que cuídalos.
10. Siempre pagas tú
Bueno, no todo va a ser común, ¿no? Tampoco se trata de que todo sea conjunto, compartido, a dos bandas... La tarjeta de crédito –disfruta de tu autonomía– es toda tuya.
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