En primavera, verano y otoño, las ballenas jorobadas viven en las aguas frías del Atlántico norte, pero en los meses de invierno inician un largo recorrido hacia los mares tropicales para aparearse y dar a luz a sus crías.
Así es que, cada año, por estas fechas, las ballenas llegan a la bahía de Samaná, una zona que, junto al Banco de la Plata y el Banco de la Navidad, en el norte, forma el Santuario de Mamíferos Marinos que abarca un área 12.700 millas cuadradas.
Los cetáceos llegan desde Islandia, Groenlandia, Canadá y la costa norte de los Estados Unidos.
Una vez en aguas dominicanas, estos mamíferos ofrecen, con sus impresionantes saltos y singulares aletazos, verdaderos espectáculos a los miles de personas que visitan la zona de observación.
Las ballenas jorobadas miden alrededor de 50 pies , y su nombre se debe a la forma de joroba que a menudo presentan en la base de la aleta dorsal.
Se caracterizan por poseer aletas pectorales muy largas y nódulos sensoriales en la cabeza.
El ministro de Medio Ambiente, Bautista Rojas Gómez, anunció esta semana el inicio oficial de la temporada de observación de ballenas jorobadas en la bahía de Samaná, en la provincia de Samaná, 245 kilómetros al noreste de Santo Domingo.
Durante la temporada, que concluirá en abril, se espera la visita de los más de 35.000 turistas nacionales y extranjeros que el año pasado visitaron la zona para observar las ballenas jorobadas.
El funcionario exhortó a la población visitar la zona de avistamiento con fines educativos y culturales, “ya que pocos países en el mundo disfrutan de ese privilegio que nos ofrece la naturaleza”.
Rojas Gómez alertó que las ballenas jorobadas son una especie migratoria en constante amenaza, a pesar de que están protegidas desde hace décadas.
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