Fernando Villalona revela, por primera vez, cómo logró escaparse de su casa para cumplir el sueño de ser artista, a pesar de la oposición de su padre Cabito.
Momentos emotivos, lágrimas y confesiones sobre la niñez de Fernando Villalona se vivieron en el programa “El Vacilón del Sábado”, cuando el popular merenguero dominicano recibió la llamada sorpresa de su padre Cabito, desde Loma de Cabrera.
El Mayimbe, quien fue invitado para celebrar el Día de los Padres confesó a los conductores del espacio radial que se transmite los sábados, de 12:00 del mediodía a 3:00 de la tarde por Fiesta 105.7 FM, que luego de vivir el éxito tras pasar por el Festival de la Voz organizado por Rafael Solano en los años 70’s tuvo que regresar a Loma de Cabrera y dedicarse a labores del campo, mientras la frustración hacía presa de él.
Tras el revuelo causado por su participación en el festival, Fernandito Villalona fue el centro de atención de todo el país, pero para Cabito nada había cambiado.
“Al otro día tuve que ir a ordeñar la vaca igualito a las 4:00 de la mañana”, revela. Asegura que su voz cambió por un asunto hormonal y prácticamente su padre lo retiró del ambiente artístico. “Papá me retiró. Sentí una frustración enorme que sólo podía combatir jugando pelota.
Le decía a papá ‘dame dinero que quiero irme a la capital a trabajar, yo soy un artista’, y él me decía, ‘bueno sí, tú eres un artista, pero aquí hay unas vaquitas que tienes que atender’. Yo estaba muy mal económicamente, porque él no me daba dinero. Fue un asunto sicológico que le funcionó muy bien”, recuerda. Pasaron cuatro años desde ese retiro hasta que Fernando decidió quedarse en la capital sin que su padre se enterara.
Cuenta que cuando el ex presidente Joaquín Balaguer cumplió los primeros 12 años en el Poder, su hermano Martín Villalona y Yuly Pie, fueron invitados a participar en un concierto en el Estadio Quisqueya, como músicos, lo que aprovechó El Mayimbe para quedarse en la capital.
“Martín me dijo ‘vámonos Villalona’ y eso me dio una fuerza enorme. Ahí me topé con Pedro El Salvaje, un amigo de Villa Duarte. Recuerdo con mucho cariño a esa familia, a su hermano Ramón y a su madre doña Antonia, quienes me acogieron en su casa.
Aprovecho para pedirles excusas, porque tengo más de 25 años que no los veo, aunque sé de ellos, porque mantengo contacto con algunos conocidos de ellos en Loma de Cabrera. En esa casa de Villa Duarte pasé unos días hasta que aparecieron Josefina y doña Cándida, quienes me agarraron y me dijeron ‘usted se queda aquí”.
Un novio de Josefina lo invita a dar una vuelta para que conozca la capital y es cuando conoce a Cholo Brenes. “En una de esas vueltas me topé con Cholo Brenes, quien me dijo ‘que bueno que te veo, tengo un proyecto que quiero que veas, pero no es para ti, porque tu eres baladista.
Estamos montando voz a un merengue con Montañita, pero no me da el tono, necesito un cantante. Le dije ‘Cholo, pero ese cantante soy yo’ y él me dice, ‘no ombe tú no puedes bajar de categoría’. Le dije qué categoría ni categoría, yo vine a buscármela. Encajé y la historia ya es conocida. A Cholo y Wilfrido le estoy eternamente agradecido”.
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