El 25 de Febrero, pero de 1816, nació unos de los Militares y estrategas más valiosos que ha tenido la República Dominicana: Matías Ramón Mella Castillo, a quien debemos, junto a Juan Pablo Duarte y Francisco del Rosario Sánchez la independencia.
Es razón suficiente para que cada año el 25 de febrero el país conmemore el natalicio de uno de los hombres que entregó su vida por la patria.
Su célebre e histórico trabucazo en la Puerta de la Misericordia hizo que algunos indecisos no pudieran echar atrás, materializando así el nacimiento de la República Dominicana.
Matías Ramón Mella Castillo nació en Santo Domingo el 25 de febrero de 1816 fue un militar, político y activista, el más apto para las actividades militares. Su habilidad como estratega contribuyó significativamente a lograr la independencia dominicana, hecho que puso fin a la ocupación haitiana.
Fue parte del movimiento restaurador contra la anexión a España, realizada por el terrateniente Pedro Santana en 1861. Fue Vicepresidente del país entre 1863 y 1864.
El 1 de marzo de 1844 se integró como miembro de la recién creada Junta Gubernativa Provisional durante la Primera República y pocos días después partió para el Cibao, donde asumió el cargo de gobernador de Santiago y delegado de la Junta Central Gubernativa, convirtiéndose en el jefe político y militar de la región más importante del país.
Ostentó el rango de General del Ejército Nacional e hizo venir a José María Imbert desde Moca, quien lo auxilió como "mano derecha" en el mando militar.
Al dar comienzo la Batalla de Santiago, Mella, que no se encontraba en el campo de batalla, impartió las primeras instrucciones y escogió a Imbert como lugarteniente.
Mella desempeñó los cargos de Comandante de Armas, Ministro de la Guerra, Gobernador de Santiago, Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario en Misión Especial frente al Gobierno español. En julio de 1856 se le encomendó preparar un proyecto de ley para organizar el ejército.
Mella se desempeñaba como vicepresidente de la República Dominicana cuando, en pleno Grito de Capotillo, enfermó de disentería. Poco antes de morir pidió que sus restos fueran envueltos en la Bandera Nacional y pronunció estas palabras: “Aún hay patria, viva la República Dominicana”.
Murió el 4 de junio de 1864, en extrema pobreza, en una pequeña casa cercana a la Fortaleza San Luis, en Santiago, siendo enterrado cubierto por la bandera dominicana como fuera su deseo. Sus restos se encuentran, junto a los de Duarte y Sánchez, en el Altar de la Patria. De las tres grandes figuras próceres del siglo XIX, fundadores de la República, Matías Ramón Mella representó la expresión militante y decidida y el más adaptado a las actividades políticas de una sociedad precapitalista.
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