El aviador volaba con un Cirrus SR-22 y, a mitad de trayecto y sobre el mar, se quedó sin combustible.
La consecuencia de esto era una caída estrepitosa al océano, pero el piloto mantuvo la compostura y se salvó, acabando flotando sobre el agua en una balsa hasta ser rescatado.
La decisión del piloto fue simple pero difícil de llevar a cabo en una situación de estrés: hacer que el avión planeara.
De esta forma, la caída sobre el agua fue suave, lo que dio tiempo al hombre para salir 'tranquilamente' de la aeronave mientras ésta se hundía hasta el fondo del mar.
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