Los Estados Unidos se detuvieron este jueves para recordar el decimotercer aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, y poco ha cambiado en la ceremonia anual en la zona cero. Pero a su alrededor, poco sigue como entonces.
El acto comenzó con la entonación del himno estadounidense ante cientos de familiares de las víctimas que se mostraron con las fotos de sus seres queridos. En ese mismo momento, en la Casa Blanca, apareció el presidente Barack Obama, junto con su mujer, para sumarse al minuto de silencio.
Tras ese gesto, el mandatario ofreció un breve discurso hacia el país: "Trece años después de que mentes odiosas conspiraran para atacar, Estados Unidos está alto y orgulloso", destacó. Y agregó: "Hoy honramos a todos los que han hecho el sacrificio máximo en estos 13 años, más de 6.800 patriotas americanos".
"Ya han pasado trece años. Trece años desde que se rompió la paz de una mañana de América", concluyó.
Luego se leyeron los nombres de todos los fallecidos en el brutal ataque.
Por primera vez, el Museo Nacional 11 de Septiembre -que incluye estremecedores objetos e imágenes gráficas de los atentados- está abierto para el aniversario. Las vallas en torno a la plaza de recuerdo se han quitado, integrando el reverenciado lugar con las calles de Manhattan y abriéndolo al público y a los turistas provistos de cámaras.
Hay un nuevo alcalde en el cargo, Bill de Blasio, mucho menos vinculado a los ataques y sus consecuencias que sus predecesores. Y por fin, el casi terminado One World Trade Center se eleva 541 metros sobre la zona cero y estará lleno de oficinistas para estas fechas en 2015, otro indicio de que la ciudad podría estar pasando una página de su historia.
Para algunos de los que perdieron seres queridos en los ataques, la creciente sensación de que la zona vuelve a la normalidad amenaza con ensombrecer la tragedia que se produjo allí, e interferir con su pena.
"En lugar de un lugar tranquilo de reflexión, es un sitio donde corren niños", dijo Nancy Nee, cuyo hermano bombero, George Cain, murió en los ataques. "Algunas personas olvidan que esto es un cementerio. Yo nunca iría al museo del Holocausto y me haría una foto".
Para otros, los cambios son una parte importante del proceso de curación. "La primera vez que vi (el One World Trade Center), de verdad alegró mi corazón", dijo Debra Burlingame, quien perdió a su hermano Charles, piloto del avión que se estrelló contra el Pentágono. "Quiero verlo rebosante (...) quiero ver más casas ahí abajo, quiero verlo vivo y lleno de negocios".
Como ocurre cada año, los familiares de las víctimas de los atentados se reunieron para leer los nombres de los fallecidos, deteniendo la triste letanía en cuatro ocasiones: a la hora en la que el primer avión golpeó el World Trade Center, cuando impactó el segundo avión, cuando cayó la primera torre y después, cuando cayó la segunda.
"El monumento y el museo son extremadamente importantes para los afectados por el 11S", comentó Mary Fetchet, quien perdió a su hijo en los ataques. "Y en torno a ese monumento, el bajo Manhattan se ha revitalizado".
Fuente infobae
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