Colombia – El temible ex jefe de sicarios del fallecido capo del narcotráfico Pablo Escobar recobró el martes la libertad tras permanecer encarcelado más de 22 años por cargos relacionados con homicidios, secuestros y concierto para delinquir, se informó oficialmente.
Fuertemente custodiado, John Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, abandonó en horas de la noche el penal de alta seguridad del municipio de Cómbita, en el departamento de Boyacá, unos 150 kilómetros al noreste de Bogotá, informó la oficina de prensa del instituto carcelario del país.
Un juez de la capital boyacense había ordenado el viernes pasado la liberación del que fue uno de los principales colaboradores de Escobar, antes de cumplir los 26 años que se le impusieron luego de confesar, entre otros crímenes, su participación en el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, quien murió baleado el 18 de agosto de 1989 mientras asistía a un acto de campaña en Soacha, una localidad aledaña a Bogotá.
Tras 25 años, las autoridades colombianas intentan esclarecer los detalles de este magnicidio, que se le atribuye a una asociación delictiva entre los líderes narcotraficantes del ya desaparecido Cartel de Medellín, grupos paramilitares, mafias políticas y miembros corruptos de la fuerza pública.
Velásquez, recluido por segunda vez desde el 8 de octubre de 1992, completó una buena parte de su condena y tuvo buen comportamiento, lo que según las leyes colombianas le permite beneficiarse de la libertad condicional, atada al pago de una fianza de 9 millones de pesos (o 4.657 dólares) y a un período de prueba de excelente conducta.
Popeye tendrá que reportarse constantemente a las autoridades y no podrá salir del país antes de cumplir la totalidad de la pena.
“En Colombia no hay penas irredimibles ni hay castigos como la cadena perpetua… Si esa fue la pena que le impusieron (a Popeye), la cumplió físicamente en gran parte y redimió pena por trabajo y estudio, no se puede hacer nada diferente a otorgarle la libertad”, observó por teléfono a The Associated Press Guillermo Mendoza Diago, ex fiscal general de Colombia.
Paradójicamente, Velásquez, de 52 años, no sabe si celebrar o temer su liberación. A lo largo del tiempo, y luego de varias confesiones ante la justicia, ha sumado varios enemigos que podrían querer cobrarle el hecho de haberles dejado en evidencia ante la justicia y la opinión pública.
En una entrevista con la revista mexicana Proceso en febrero de 2013 Popeye calculó tener un 80% de posibilidades de que lo mataran apenas saliera de la cárcel.
Pero en opinión de Mendoza Diago, las autoridades tienen que responder por la seguridad del temido sicario porque, según las leyes, “el Estado tiene que responder por la vida, la honra y los bienes de todos los ciudadanos… Eso no tiene punto medio: hay que garantizarle (a Popeye) su seguridad”.
La trayectoria de Velásquez es tenebrosa. En su haber delictivo hay registrados unos 300 asesinatos, por mano propia, y la coordinación de otros 3.000, según ha reconocido en diferentes entrevistas.
Corría entonces la década de 1980 cuando Escobar declaró una guerra sin tregua al Estado y a todos aquellos que amenazaban con extraditar a Estados Unidos a los máximos líderes del narcotráfico. Uno de los políticos que promovió esa política fue Galán.
Por encargo del propio Escobar, a quien dijo haber conocido en 1980, Popeye disparó o coordinó las emboscadas contra diferentes líderes colombianos que le resultaban incómodos al jefe del Cartel de Medellín, abatido por la policía en 1993. A su paso cayeron caciques políticos, magistrados, periodistas y miembros de la fuerza pública.
Velásquez encabezó el secuestro y posterior asesinato del procurador Carlos Mauro Hoyos en 1988. Ese mismo año tuvo secuestrado una semana al ex presidente Andrés Pastrana (1998-2002), entonces director de un noticiero de televisión. El periodista era hijo del ex presidente Misael Pastrana Borrero (1970-1974), líder natural del conservatismo colombiano.
“La verdad es que Popeye a mí me pidió perdón, hubo reconciliación y hubo perdón por parte de él; él nos pidió perdón a mí y a mi familia”, declaró Pastrana por teléfono a la AP.
A Popeye también se le responsabiliza de planear la explosión en pleno vuelo del vuelo 203 de Avianca en 1989. El Cartel de Medellín dio la orden de volarlo porque creía que a bordo viajaba César Gaviria, para entonces candidato presidencial y sucesor de las ideas de Galán.
Velásquez nació en Yarumal, un pueblo cercano a Medellín, ciudad a la cual se trasladó años después y donde contactó a hombres cercanos a Escobar.
Con sólo 18 años recibió los primeros “contratos” por parte del Cartel de Medellín, según narró en una entrevista con la revista bogotana Bocas.
El general de la policía Carlos Mena, quien de joven persiguió en Medellín a Escobar y a sus secuaces, lamentó la liberación de Popeye. Consideró inaudito que este “sicario” con decenas de homicidios encima haya recibido una pena de prisión tan corta.
Por su parte, el senador Juan Manuel Galán, el hijo mayor del asesinado Luis Carlos Galán, no quiso alinearse claramente a favor o en contra de la liberación de Velásquez y se limitó a decir que “Popeye fue condenado por el asesinato de mi papá gracias a su propia confesión. Si él no hubiera confesado ante la justicia, seguramente ésta habría tenido dificultades en procesarlo y condenarlo”.
En entrevista telefónica con la AP, Galán hijo recordó que Popeye fue un testigo clave para que, en septiembre de 2011, las autoridades judiciales condenaran al ex ministro y ex senador Alberto Santofimio Botero como instigador del asesinato de su padre. AP
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