El vuelo Southwest 4013 viajaba la noche del domingo del aeropuerto Midway de Chicago al de Branson (Misuri) pero acabó aterrizando en el pequeño aeropuerto del Condado de Taney, a apenas 11 kilómetros de distancia.
Nadie resultó herido en el incidente, una vez los 124 pasajeros fueron desalojados de la aeronave. Sin embargo, el avión llegó peligrosamente cerca del final de la pista, donde podría haber caído por un terraplén empinado al abandonar el pavimento.
"Tan pronto como aterrizamos, el piloto frenó con mucha fuerza", ha asegurado Scott Schieffer, un abogado de Dallas. "Yo llevaba el cinturón de seguridad, pero me tambaleé hacia delante debido a la fuerte presión del freno. Se podía oler a caucho quemado".
Y es que el aeropuerto de Branson al que se dirigía el vuelo cuenta con una pista de 2.164 metros de largo, un tamaño típico para el tráfico comercial. En cambio, la pista con más largura en el aeropuerto del Condado de Taney es de apenas 1.128 metros, al estar diseñada para pequeños aviones privados.
Actualmente los funcionarios de la agencia de aviación de y agentes federales investigan el suceso, ya que ambos pilotos de la aeronave involucrada son veteranos de Southwest: el capitán lleva 15 años volando, y el primer oficial hará 13 en junio, según ha comunicado la aerolínea.
Además, se dio la circunstancia de que en el momento del aterrizaje no había nadie en el aeropuerto. Los empleados de la instalación se habían marchado una hora antes, y se les tuvo que contactar ante la inesperada llegada del avión de Southwest.
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