Decenas de personas acudieron al cementerio de Manoguayabo para ver el desenterramiento de un hombre, que según curiosos había tocado el ataúd en el cual habían sepultado luego de morir a causa de un cáncer.
Residentes de Manoguayabo dijeron que el sepulturero había escuchado los toques que hacía el hombre enterrado para que lo sacaran de su tumba.
Manifestaron que luego de abrir la tumba se percataron de que había botado sangre por la nariz y que su cara estaba pegada al cristal del ataúd.
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