Ante su compatriota Yordano Ventura, uno de los lanzadores más promisorios en la organización de Kansas City, Ramírez pegó una línea suave al jardín derecho, en la apertura del segundo inning. Sin embargo, no pudo avanzar.
En la tercera entrada, otra vez al primer lanzamiento, bateó para que uno de sus compañeros fuera retirado en los senderos.
Las ovaciones a Ramírez crecieron con cada turno al bate. Pero el toletero terminó ponchándose con una recta de 94 millas por hora lanzada por Ventura, para que concluyera el quinto acto. El relevista de Omaha, Michael Mariot, le dio boleto en la octava entrada a Ramírez, quien fue sustituido por un corredor emergente.
"El futuro es más grande que el pasado", dijo Ramírez después del juego.
Un Ramírez más amable dice que no siente presión alguna y niega tener un cronograma para su regreso, dos años después de su última aparición en las mayores, con Tampa Bay.
El pelotero, 12 veces electo para el Juego de Estrellas, obligó alguna vez a que Boston lo transfiriera, y enfrentó dos suspensiones tras dar positivo de drogas prohibidas.
Antes del encuentro, dijo que estaba "muy feliz por la oportunidad de practicar el juego que amo".
"Todos hacemos muchas cosas cuando somos jóvenes, pero si puedes pasar la prueba de fuego, cambias, mejoras y estás listo para todo lo demás", consideró Ramírez, quien lleva ahora rastas mucho más cortas en el cabello. Debió recortárselas para cumplir con el reglamento de Texas en las ligas menores.
Se afeitó además los costados de su cabeza, al considerar que así se siente más fresco en el calor de Texas.
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