Jordan –menos inteligente que Sócrates, sin el liderato de Napoleón (aunque más alto) y menos ambicioso que Rodrigo Borgia– sobrevivió al plan despiadado de sus enemigos para vencerlos.
Y es que según relató Tim Grover, entrenador personal del astro, fanáticos del Jazz de Utah intoxicaron la comida que el anotador de los Bulls de Chicago digirió previo al quinto juego de la final de la NBA en 1997.
En arras de honrar los mitos –tal y como exige toda historia conspirativa– el relato tiene que comenzar por el principio con su trasfondo.
Era el 10 de junio del ‘97, un día antes del partido. La serie estaba empate a dos juegos por bando y, “estábamos en el hotel Park City, de Utah. El servicio de habitaciones había cerrado y Michael (Jordan) tenía hambre, así que pedimos una pizza. Llevábamos días allí, todo el mundo sabía en qué hotel estábamos”, explicó Tim Grover, a ESPN recientemente.
Entonces, “cinco tipos trajeron la pizza y me dio muy mala sensación. De todos los que estábamos en la habitación, sólo comió Michael. Nadie más. Y a las dos de la madrugada recibí una llamada en mi habitación, para que fuera a la suya”, indicó.
“Jordan estaba en posición fetal. Llamamos al médico del equipo. Inmediatamente dije que era una intoxicación alimentaria, no gripe. Y el doctor lo confirmó: fue envenenado”, sentenció Grover.
Los medios de comunicación informaron al público esa noche que el malestar que atravesaba Jordan era producto de “una simple gripe”, pero dicha teoría fue rechazada por Grover, quien acompañó al estelar escolta en sus años de gloria.
Pero lo que se le olvidó mencionar al adiestrador es que Jordan –a pesar de enfrentar esos serios síntomas físicos– se tiró a la cancha y tuvo una de las más grandes actuaciones de su carrera, ya que encestó 38 puntos y comandó a los Bulls de Chicago a un triunfo, 98-90, sobre Utah.
Ciertamente, a todo grande del deporte le antecede una leyenda. Babe Ruth y su jonrón, luego de señalar al jardín central en el tercer juego de la Serie Mundial de 1932. Raymond Dalmau y los trece desafíos que jugó con los Piratas con un yeso en la mano.
El cuadrangular de Kirk Gibson con la rodilla y el tendón de la corva izquierdo lesionados en el primer juego de la Serie Mundial de 1988. Jordan también tiene la suya.
Fuente/ Espn.com
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