Según sus datos el 11% de los norteamericanos habían fingido al menos una vez.
Cinco años más tarde, esta cifra se elevó hasta el 25%, según un estudio realizado por Muehlenhard and Shippee entre estudiantes de la Universidad de Kansas.
El último estudio sobre esta práctica cada vez menos “oculta” eleva la cifra hasta el 33%. La misma investigación, realizada por sexólogos de la Universidad de Kansas y publicada en el último número del Journal of Sex Research, también encuestó a mujeres.
En su caso, el 68% aseguraron haber fingido alguna vez en la cama. Las diferencias siguen siendo muy elevadas entre un sexo y otro, pero sí es cierto que se van acortando con el tiempo.
Los encuestados para este estudio, tanto hombres como mujeres, coincidieron en aportar la misma razón principal que los llevó a fingir un orgasmo: la presión por satisfacer a sus parejas.
Otra de las razones aportadas fue que estas personas no querían poner fin al acto sexual sin herir los sentimientos de la otra persona.
Citando el estudio: “La obstinación de los hombres por destacar sus habilidades sexuales y cumplir lo mejor posible con sus parejas, acaba haciendo que no se llegue al orgasmo”.
Las razones de ellos y ellas
Parece una contradicción, pero la presión autoimpuesta no parece ser nada beneficiosa en las relaciones sexuales.
Un estudio realizado por sexólogos de la Universidad de Pennsylvania concluyó que las personas que habitualmente fingían orgasmos eran muy inseguras y, en muchos casos, extremadamente recelosas con su intimidad.
Sin embargo, esta actitud puede deberse también a ciertos convencionalismos sociales: algunas mujeres se sienten obligadas a mostrar su satisfacción y sienten la necesidad de demostrar que sí se divierten con la otra persona, como suele explicar en sus libros la sexóloga británica Tracey Cox. Una vez más, las relaciones sexuales se convierten en reflejo del patriarcado.
La sexóloga Elizabeth Black es una defensora férrea de esta última tesis, pero alerta que dicha forma de autoridad se ha vuelto contra los propios hombres que lo ejercen.
“El patriarcado ha afectado negativamente a la sexualidad de los hombres debido a la excesiva importancia que han otorgado a sus erecciones, el tamaño del pene, el rendimiento en la cama, los orgasmos y la eyaculación”, concluye Black.
El pasado año la Universidad de Columbia publicó un estudio en el que se decía que la mayor parte de las mujeres fingían los orgasmos con su pareja, y no en una relación esporádica, como una forma de “vigilancia”, es decir, para evitar que se rompiese la relación por una incompatibilidad sexual.
Además, cuanto más ruidoso sea uno a la hora de fingir mejor. Al menos, esta es la idea que se deduce de un reciente estudio de la Universidad de Leeds, en el que se asocia la calidad de la vida sexual al hecho de vociferar y expresar en alto el placer.
Al fin y al cabo, un orgasmo no es más que la liberación de la tensión sexual reprimida mediante nuestro sistema nervioso, lo que libera endorfinas produciendo una sensación de euforia. El gusto por el ruido no solo es patrimonio de los españoles, al menos en la cama.
Cómo mejorar la satisfacción
Pese a que según los últimos estudios pocas son las personas que pueden decir que nunca han fingido un orgasmo, los sexólogos advierten sobre los peligros de estas acciones.
Una gran falta de honestidad, sobre todo cuando se trata de una pareja formal, que posiblemente no se limite solo a la cama. El compromiso en una relación de pareja no puede basarse más que en la sinceridad absoluta.
Si no somos lo suficientemente abiertos como para hablar y asumir todas aquellas cuestiones de pareja, incluyendo las relativas a la sexualidad, entonces el futuro de la relación no es demasiado esperanzador.
Es más, los especialistas en sexualidad aseguran que la comunicación es la clave para que las relaciones íntimas sean más gratificantes.
Dejar a un lado la presión social sobre lo que debe ser o no una relación sexual es el primer paso para disfrutar en la cama como a uno le venga en gana. E. L. James, el autor de 50 sombras de Grey (Grijalbo), lo sabe muy bien, y basándonos en su éxito de ventas, las lectoras (que en este caso son mayoría) parece que también.
Fuente: http://www.elconfidencial.com
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