La decisión de reabrir el jueves las partes no dañadas del sistema de transporte más grande de Estados Unidos fue adoptada mientras la región afectada se esforzaba por reponerse de una tormenta que causó la muerte de más de 140 personas desde que pasó por el Caribe y dejó sin electricidad a más de cinco millones tan sólo en Estados Unidos.
Dos de los principales aeropuertos de la región abrieron el miércoles y las autoridades prometieron que un tercero, el Aeropuerto LaGuardia, volvería a funcionar el jueves.
Los actores y las audiencias ansiosas hicieron resurgir a los teatros de Broadway. Y los neoyorquinos atestaron los autobuses que regresaron por primera vez a las calles de la ciudad desde que pegó la tormenta, y penetraron a un tráfico congestionado que recorría la ciudad entre semáforos sin funcionar.
A lo largo y ancho de la región, las personas agobiadas por la tormenta se apoyaron mutuamente, en algunos casos para dar consuelo a los damnificados y en otros para ofrecer duchas calientes e interruptores eléctricos con el fin de que las personas sin electricidad pudieran cargar sus teléfonos celulares.
El espíritu del compañerismo voluntario llegó hasta los políticos, que al menos aparentaron dejar de lado sus diferencias para concentrarse en las secuelas de Sandy.
"Aquí estamos por ustedes", declaró el presidente Barack Obama en el estado de Nueva Jersey al recorrer un litoral devastado. "No vamos tolerar el papeleo. No vamos a tolerar la burocracia".
Obama se unió al gobernador republicano Chris Christie, quien ha sido uno de los simpatizantes más estridentes del candidato presidencial republicano Mitt Romney, para recorrer la costa asolada. Los dos políticos sólo hablaron de ayudar a los perjudicados por el meteoro.
De una toma de agua en la calle 16 Oeste, la niña Shiyin Ge, de 9 años, y su hermano Shiyuan Ge, de 12, hacían fila para llenar cubos de agua. Sin embargo, a diferencia de los adultos, los dos menores llevaban recipientes de plástico para caramelos de la Noche de Brujas pintados con caras alegres talladas en calabazas.
"No hay agua en nuestra casa", dijo Shiyin Ge, quien tenía pensado disfrazarse como mariquita para la Noche de Brujas.
Luego de sufrir el peor desastre en sus 108 años de historia, el metro volvía a funcionar... al menos algunos de sus trenes. Más de una decena de líneas ofrecerían algún servicio, pero ninguna más abajo de la calle 34 de Manhattan, una línea que separa a los habitantes más duramente golpeados de los que escaparon de la peor parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario