Su cuerpo no resistió una sucesión de operaciones tras el doble trasplante de corazón y pulmones que se le realizó en Mendoza (Argentina) el 20 de noviembre pasado.
Con carisma, ritmo y sensualidad, el Gitano se había convertido en una figura central del espectáculo argentino. Tenía 64 años.
Esta es la historia de un hombre que quería ser cantante de rock and roll y se tuvo que conformar con ser mito. Es también una historia que se resiste a ser fábula: aquí no hay moraleja, apenas misterio. Estamos hablando de una de las invenciones más minuciosas e intrigantes del espectáculo argentino.
El decía que Roberto Sánchez inventó a Sandro. A esta altura, habrá que sospechar firmemente que Roberto Sánchez era Sandro y que finalmente ésta fue la historia de un hombre que se inventó a sí mismo.
Como todos saben, antes de ser "de América" Sandro fue de Valentín Alsina. El dato no resulta menor para la construcción eficaz de la leyenda: como Gardel o Maradona, su origen humilde y suburbano lo proveyó de una sabiduría extraña: con el marco inasible de su carisma y su risotada imbatibles, Sandro solía decir mentiras perfectas que sonaban a verdades absolutas. Como los chicos, sabía jugar los juegos con la seriedad que corresponde. Conocía sus límites y los límites del artificio. Todas estas características no son otras que las que definen a un artista.
Fuente/ElClarin.com
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