Los Angeles. Como los buenos vinos, el talento vocal y aguante de Vicente Fernández mejora con el pasar de los años.
El mayor exponente de música ranchera cantó la noche del viernes por tres horas interrumpidas en el primero de los nueve conciertos que ofrece en el Anfiteatro Gibson. Su motivación fueron los aplausos y gritos de apoyo del público.
Conocido por su lema "mientras no dejen de aplaudir, yo no dejo de cantar", "El Charro de Huentitán" demostró por qué es uno de los artistas consentidos del público. Y cumplió con su promesa de no parar, misma que recordó a los asistentes asegurando que tenían que desquitar lo que habían pagado por verlo, que fueron entre 67 y 166 dólares.
Mientras que la nueva cantante Azucena —quien abrió el show— dejaba el escenario tras haber presentado temas como Los laureles, Te sigo amando y El pastor, "Chente" apareció en el centro de la tarima con un traje azul marino, moño rojo y camisa blanca.
Inmediatamente, los asistentes empezaron a aplaudir por la emoción de tener a su ídolo frente a ellos.
Acompañado por el Mariachi Azteca, el jalisciense de pelo canoso pero con bigote y cejas muy negros, inició su presentación entre gritos y aplausos interpretando Qué chulada de mujer.
"Con este público y estos aplausos me sacan fuerzas no sé de donde", dijo a sus fanáticos.
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