Al profesor Jeff Hancock, de la Universidad de Stanford, le gusta dejar como tarea ejercicios que les permitan a sus estudiantes poner en práctica la teoría que ven en clases.
Antes del 2008, desafiaba a sus alumnos a permanecer 48 horas alejados de la red, para luego discutir en el aula cuáles habían sido los efectos observados.
En el 2009, Hancock regresó luego de un año sabático e intentó realizar los mismos ejercicios.
"Cuando traté de proponer este reto, hubo una revuelta en la clase. Enfáticamente dijeron que esa tarea era imposible e injusta", cuenta.
Los estudiantes argumentaron que, al estar fuera de internet durante un fin de semana, no podrían culminar las tareas correspondientes a otras materias.
Adicionalmente, esa "ausencia" del mundo digital arruinaría sus vidas sociales y generaría preocupación entre sus familiares y amigos, quienes se angustiarían ante el temor de que algo terrible les hubiese ocurrido.
Hancock comprendió los argumentos y canceló la tarea.
Todos conectados
En 1995, menos de 1% de la población estaba conectada a internet. Para ese entonces la red era una curiosidad, usada más que nada en Occidente.
Al día de hoy, más de 3.500 millones de personas, casi la mitad de la humanidad, se conecta a la red y el número sigue creciendo a una velocidad de 10 nuevos usuarios por segundo.
De acuerdo con el Centro de Investigaciones Pew, una quinta parte de la población estadounidense utiliza internet "casi continuamente" y 73% dice que se conecta al menos una vez al día.
Para muchos, es virtualmente imposible imaginar la vida sin internet.
"Uno de nuestros mayores problemas con la red en estos días es que las personas la dan como un hecho automático. No entienden el grado de penetración que le hemos dado en casi todos los aspectos de nuestras vidas", comenta William Dutton, de la Universidad del Estado de Michigan.
"Ni siquiera piensan en la posibilidad de no tener acceso".
Qué puede fallar
Internet no es inviolable. En teoría, pudiera desaparecer nacional o globalmente por cierto tiempo.
Por ejemplo, pudiera ocurrir un ciberataque. Si unos hackers insertan en la red un software maligno que afecte los routers, el tráfico en la red quedaría bloqueado.
Alguien pudiera cortar los cables que permiten el tráfico de datos entre continentes.
Quizás no sean un blanco fácil para los hackers, por encontrarse a gran profundidad en el mar, pero es factible una avería accidental, como ocurrió en el 2008, cuando personas en India, Medio Oriente y el sureste de Asia quedaron desconectadas.
¿Pueden los submarinos rusos dejar al mundo sin internet?
Por otra parte, algunos gobiernos tienen los llamados "interruptores" para "apagar" internet en sus países, aunque no sencillo de lograr. Mientras más grande y desarrollado es el país, este escenario es más difícil, debido al elevado número de conexiones dentro y fuera de sus fronteras.
El golpe más severo que se pudiera llevar internet vendría del espacio. Una enorme tormenta solar destruiría satélites, celdas de poder y sistemas de computación.
"Lo que las bombas y el terrorismo no pueden lograr podría ocurrir en instantes con una tormenta solar", dice David Eagleman, un neurocientífico de la Universidad de Stanford.
"Tormentas geomagnéticas gigantes eventualmente llegarán a nosotros", asegura.
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