17 de diciembre de 2016

Una perra de nombre Blanquita ayuda a agente de AMET a mover el tránsito en la Capital

A las 12:15 del mediodía de ayer, Blanquita interrumpió su jornada para tomar un receso. El caliente del pavimento y el ruido de los vehículos la han agotado.

Una camioneta de la Policía Nacional estacionada en la avenida Doctor Delgado esquina México le sirve de sombra, pero el sonido de un frenazo, la pone en alerta. Procurar que el el tránsito marche bien en las inmediaciones del Palacio Presidencial es una dura tarea y una gran responsabilidad.

Blanquita se levanta y mira fijamente a la mujer de uniforme verde que detiene y da paso a los vehículos. Cuando se propone cruzar la transitada vía, un motociclista que pasa a alta velocidad llama su atención y corre tras él. En la acción, casi es atropellada, y entonces vuelve a su lugar de descanso, pero esta vez centra su mirada en el tránsito.

“Esa perra es así, yo he visto que cuando la Amet manda a parar los vehículos, ella se para en el centro de la calle, para que los vehículos no pasen”, dice Euris Cuevas, un estudiante que se detuvo a acariciar el animal.

A las 12:45 de la tarde, el tráfico está más fluido, es tiempo de que la agente de la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet), también tome un descanso. Se quita la gorra y se dirige donde su “compañera” de trabajo, la noble perrita que durante los últimos cuatro meses la ha acompañado en su tarea, que inicia a las 6:00 de la mañana y finaliza a las 2:00 de la tarde.

Pero el trabajo no termina a las 2:00 de la tarde para Blanquita, porque si quien va a relevar a la Amet le hace empatía, Blanquita le acompaña a dirigir el tránsito.
Blanquita “vive” en las inmediaciones del Palacio Nacional, pero cuenta la Amet, que rehusó identificarse, al canino no le gusta estar con su amo y pasa gran parte del día en la calle.

Generalmente, la perra es alimentada por empleados de las Oficinas Gubernamentales, quienes le han tomado cariño.

Otro frenazo, Blanquita se levanta y ladra, ¿por qué reacciona así? “Solo con lo que ella identifica como peligro: motores, enfermos mentales violentos y las personas que tienen vicios”, responde la Amet. ¿Es cierto que cuando el semáforo está en rojo y alguien pasa, ella ladra?, pregunto, y la mujer, de 30 años, contesta: “Imagínate, si un animal puede percibir una falta que comete un ser humano, ¿por dónde va la sociedad?

El tránsito vuelve a congestionarse, es tiempo de que la Amet haga sonar su pito en la intersección y termina el breve diálogo diciendo “con ella me siento protegida y a la vez me gusta su compañía”, y vuelve a su puesto y atrás le sigue la compañera fiel, Blanquita.

Fiel al lugar
Costumbre. Hace poco, un señor se llevó a Blanquita a su casa, en la Jacobo Majluta, y a los dos días el animal regresó a la zona.

Fuente/El caribe

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