9 de abril de 2016

Kobe: "Quiero ser recordado como un jugador con pasión y alegría‏"

Kobe Bryant se dio un auténtico baño de masas en su despedida de Nueva Orleans y consciente de que tan solo le restan tres partidos, sigue adoptando un modo reflexivo en las conferencias de prensa. 

Llegado el momento de poner las cosas en perspectiva, el escolta sabe a la perfección cómo quiere ser recordado cuando todo acabe y sus rutinas pasen a ser completamente diferentes a las de un jugador de baloncesto de élite.

“(Quiero ser recordado) como un jugador que trabajó mucho y que jugó con mucha pasión y mucha alegría”, señaló a ESPN Digital.

Ni los títulos, ni los momentos de gloria que han servido de tanta inspiración a otros, ni siquiera su percepción de liderazgo y la evolución de su manera de ver el básquetbol. Nada de eso hubiera sido posible sin los componentes del arduo trabajo y la pasión que siempre mostró por el juego. 

Su curiosidad cuando era joven le llevó a aprender de los mejores. De novato se codeó con Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar, James Worthy y otras figuras legendarias de otros equipos como sus archirrivales, Boston Celtics.

Sin el trabajo que ha puesto en liza durante su carrera, esa curiosidad se hubiera quedado en nada. Kobe llegó a pasar noches enteras lanzando a canasta cuando erró lanzamientos en partidos clave. 

Su rutina siempre comenzó de madrugada, era el primero en llegar a las prácticas y el último en irse. Las gotas de sudor ya humedecían su uniforme cuando el resto de sus compañeros todavía se estaban cambiando para comenzar la jornada laboral. Kobe llegó a confesar recientemente la ilusión que tienen sus dos hijas cada vez que le salen bien las cosas.

“Me han visto levantarme a las 5am, lo duro que trabajo en el gimnasio, mis sesiones de recuperación… Han visto todo el trabajo que hay detrás y cuando las cosas salen bien, lo aprecian mucho”, llegó a comentar.

Esa pasión quedó reflejada en Nueva Orleans con un Kobe que tras jugar 19 minutos (12 en el primer cuarto y siete en el tercero) se sentó en la banca hasta que el público dictó sentencia. “¡Queremos a Kobe, queremos a Kobe!”, se oyó en dos ocasiones. Y a la segunda fue la vencida. El aludido no se lo pensó dos veces y saltó a la duela sin pasar por el filtro del coach, Byron Scott.

“Estaba pensando que mi cuerpo no puede jugar más pero con todo este amor tengo que jugar dos tres minutos más. 

Tengo solamente tres juegos, entonces, ¿por qué no?”, agregó en español antes de reconocer que el calor que recibe de la afición en los diferentes estadios que visita los recoge con “mucho honor y mucho orgullo”.

Tras la rueda de presa y pasar por la zona VIP para despedirse de más viejos amigos, Kobe enfiló camino hacia el autobús, donde ya esperaban varios de sus compañeros. Antes de llegar, un centenar de aficionados le esperaban agolpados tras una valla. 

De nuevo corearon su nombre y él volvió a responder con cariño. Se acercó a ellos tocándose el corazón, indicando que ese es el lugar en el que guarda a todos y cada uno de ellos. Los primeros fueron los más afortunados y se marcharon con la recompensa de un autógrafo firmado.

El bus se marchó. Luego el avión. Y al otro lado, Houston, el próximo destino, la siguiente nota de melancolía de este final de carrera elevado a la máxima potencia.

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