Era el momento más esperado de la noche, el medio tiempo de la Super Bowl 50 cuando de entre el gentío del escenario salió Beyoncé. Su atuendo, un claro homenaje y guiño a la chaqueta con la que Michael Jackson actuó en la Súper Bowl de 1993 y su pelo rizado al viento completaban un look muy sexy.
Con una coreografía ensayada hasta la saciedad y unos movimientos pélvicos de lo más sensuales, Beyoncé avanzó hasta la punta del escenario para luego echar para atrás, dar un traspiés y estar a punto de darse con el pompis en el suelo.
Pero finalmente no sucedió, un doble paso hacia atrás la salvó del bochorno de ser vista por 130 millones de personas y que su caída pasara a los anales de la historia como una de las anécdotas del evento deportivo del año.
Pero no olvidemos que ella es Beyoncé y las leyes de la gravedad no le aplican. Ella no tropieza ni se cae y si lo va a hacer, un paso improvisado de su genial coreografía la salvará.
Via telemundo
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