Maisy (así bautizaron a la niña) prácticamente no tenía sangre en las venas, sino una plasmatransparente. La madre, Emma Vignes, tuvo un embarazo normal y tranquilo hasta la 34.ª semana, cuando notó que la pequeña "había dejado de moverse completamente", según recuerda ella misma.
Una niña irlandesa sobrevivió a una rara enfermedad que podía causarle daños cerebrales irreparables o incluso la muerte. Cuando aún se encontraba en el vientre de su madre le diagnosticaron una total falta de plaquetas y hemoglobina en la sangre.
Cuando los doctores intentaron hacerle una extracción sanguínea al feto, no fueron capaces. Según informa el periódico 'The Daily Telegraph', el cuerpo de la madre había absorbido los glóbulos de la sangre de la niña que estaba gestando. Se conocen casos en los que la concentración de hemoglobina en la sangre estaba a un nivel de 4 gramos por decilitro, pero no a cero absoluto, como en el caso de Maisy.
Los médicos del Hospital Regional del condado de Waterford (sur de Irlanda) temían que, de sobrevivir, la niña tuviera una capacidad mental reducida. Por eso seis semanas antes del parto previsto le realizaron a la madre una cesárea de urgencia.
Luego hubo tres transfusiones para proporcionar sangre a la pequeña, la primera de ellas realizada a través del cordón umbilical. Después de dos semanas en la unidad de cuidadosintensivos, el sistema sanguíneo de la bebé alcanzó los índices normales y Maisy fue dada de alta.
Finalmente la pequeña, nacida en diciembre de 2009, superó cualquier pronóstico adverso y a los quince meses pronunció su primera palabra: 'Dadda'. Esta semana Maisy empezó a acudir a la guardería, lo que demuestra que incluso un cuadro clínico tan grave como el suyo puede ser superado con una intervención médica acertada.
Fuente: RT
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