Tras permanecer por casi once horas en una fila soportando apretujones, sudores, un intenso calor y golpeada por los rayos del sol, Irene Magdalena Rodríguez de Valdez logró obtener su nueva cédula de identidad y electoral, sin darse cuenta que tenía un error.
Llegó a las 6:00 a.m. y salió del recinto próximo a las 4:30 p.m., acalorada, con hambre y agobiada. Una vez en su casa repara que el documento oficial tiene una dirección diferente a la suya, y decide retornar al centro para subsanar la falta, sin tener suerte, ya que el mismo había cerrado.
Al otro día, decidió agotar el procedimiento anterior, sin pensar que ello tendría su precio, RD$1,000. Para su sorpresa, cuando le tocó su turno, se le comunicó que debía pagar por el plástico, pues se trataba de un triplicado de cédula.
Rodríguez de Valdez dice que por más pataleos y explicaciones, no le quedó más remedio que pagar.
Su cédula vieja tenía la dirección correcta, y fue en la expedición del nuevo documento cuando se produjo el error. Ahora tiene tres cédulas.
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