27 de enero de 2014

Queseto !! Maniquís velludos sorprenden en Nueva York

Cientos de neoyorquinos, que no son precisamente los ciudadanos más impresionables del planeta, se paran estos días frente a un escaparate de los que hay miles en su ciudad. Miran estupefactos, y toman fotos. No es el último modelo de smartphone, ni un montaje interactivo, ni ninguna estrella del celuloide haciendo de hombre anuncio lo que consigue tal efecto.

Es vello púbico desbordante. El que protagoniza un nuevo y chocante escaparatismo del fabricante de ropa American Apparel en su tienda de East Houston Street: una serie de maniquís en ropa íntima bajo la que se adivina, cuando no desborda las entrepiernas, un frondoso bosque negro. Es su manera de animar las compras de cara a San Valentín.

Aunque se ha calificado a la campaña de una estrategia publicitaria más, lo cierto es que la marca americana se suma así a una nueva corriente que comienza a sonar y reivindica una imagen más natural de la mujer. No sólo por razones estéticas, sino también de higiene.

«El pelo tiene una función de protección del roce. Si los dos sujetos presentan un pubis sin pelo, cualquier infección de la piel de uno de ellos pasará indefectiblemente al compañero sexual», explica Ramón Grimalt, dermatólogo y profesor de dermatología en la Universidad Internacional de Cataluña.

Métodos depilatorios como la cera o el eléctrico causan irritación de la piel, encarnación de pelos o foliculitis, razones por las que celebridades del star system como Lady Gaga o Gwyneth Paltrow han renegado ya públicamente de la depilación púbica. Incluso la actriz Julia Roberts ha dejado ver su axila militante y velluda en más de una alfombra roja.

También las españolas respaldan mayoritariamente esta opinión: a tenor de una encuesta realizada por Sigma Dos y publicada por Magazine, sólo un 34% de ellas afirma «depilarse o retocarse el vello púbico», y un 65,8% no realiza modificación alguna.

De hecho, según la misma encuesta, los auténticos fans resultan ser ellos, dado que un 55% reconoce que prefiere el pubis retocado con formas o dibujos. ¿Influencia de la industria del porno?

Es la tesis que respalda, en cuanto al origen del fenómeno, la opinión de la periodista Beverly Turner. 

«La depilación más radical del pubis y la globalización de la ingle brasileña comienzan en los años 90, cuando los hombres jóvenes reniegan del vello púbico influidos por las películas porno de esa década, protagonizadas por actrices desposeídas de él». 

A ésto ha acompañado, también, la moda de bikinis cada vez más reducidos.

Este estado de cosas es lo que ha llevado a revelarse a mujeres como la bloguera Paloma Goñi. 

Concretamente ella se ha convertido en involuntaria abanderada de esta tendencia tras publicar en su blog www.airesdecambio.com sus fotos tras varios meses sin depilarse. 

Con esta iniciativa Goñi quería abrir un debate sobre el derecho --perdido-- de la mujer a verse, y a que la vieran, como es. Y lo consiguió. Las visitas se multiplicaron por 10, el contenido se hizo viral, y la noticia tuvo repercusión internacional.

También provocó, como ha explicado la propia Goñi, que la llamaran puerca o antihigiénica. Ella opina que las modas depilatorias son un tema fundamentalmente económico: «En apenas 20 años se ha pasado de la no depilación en absoluto a la depilación universal. 

La industria creó primero la necesidad de la depilación de las axilas, para pasar a las piernas algo más despacio, y recientemente estamos viendo cómo le toca el turno al pubis...».

En España la facturación de los centros de estética en 2012 fue de 550 millones de euros, según la consultora DBK. Y de éstos, según el Informe sobre los hábitos de los españoles ante el uso de los servicios de belleza y bienestar de Ipsos, el 82% se va en depilación. 

Un mercado que resiste bien el envite de la crisis, sobre todo gracias al aumento de consumo entre el público masculino. «Sobre todo en invierno, el 60% de mi clientela son hombres», explica Ángela, esteticista del Club Natación Atlético Barceloneta de la capital catalana. Las militantes del «no sin mi vello» niegan ser feministas.

Simplemente reivindican, como Goñi, el derecho a decidir sobre algo en teoría tan simple como el vello corporal, pero que consigue que campañas publicitarias den la vuelta al mundo entero. ¿Es sólo descarada publicidad para San Valentín sin cortarse un pelo? Mire. Mire el escaparate.

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