Nueva York.-Es probable que usted alguna vez haya comido el mejor gourmet de Nueva York en algún restaurante cinco estrellas.
Pero lo más seguro es que hasta ahora no supiera de qué manos sale el rico aperitivo que se ha convertido sino en el mejor del mundo, en uno de los mejores.
Lo fabrica el dominicano Ramón Eduardo, quien administra la panadería Forno II (Horno II) en Hunts Point (El Bronx), produciendo 37 mil unidades a la semana.
Eduardo, de 60 años de edad y quien llegó desde la República Dominicana en busca del “sueño americano” ya ha logrado su cometido.
Es tan alta y alabada la calidad de sus productos que este año fue galardonado con el Premio al Pequeño Negocio del Año, un reconocimiento que le entregó el alcalde Michael Bloomberg.
Hace algo más de dos décadas, se decidió por el negocio de panadería y adelanta que este año, venderá $4.5 millones de dólares con lo que su empresa garantizará por lo menos 40 empleos nuevos a trabajadores locales.
Entre sus clientes figuran restaurantes tan afamados como Citarella, Agata y Valentina, Jardín del Edén y el mundialmente famoso restaurante del teatro Joe Allen.
“Amo esos panes”, dice Michael Chernow co propietario de la cadena de restaurantes “The Meatball Shop” que vende el pan hecho por la empresa del dominicano en todas sus localidades.
“El pan es muy simple, es perfectamente equilibrado y sostiene su integridad”, dijo Chernow.
El reconocimiento conseguido por el panadero dominicano lo ayudó a aumentar su cartera de clientes y quien se inició con un golpe de mala suerte, según relata.
Hace 20 años él estaba trabajando en limpieza en la cocina de la casa del restaurador Joe Allen, cuando se rompió el tobillo en un accidente de tránsito.
Después de ver a Eduardo apoyándose en muletas, Allen le ofreció un trabajo como distribuidor de una empresa nueva y que era una fábrica de panes y bizcochos llamada “Sullivan Street Bakery”.
Durante diez años estuvo en ese empleo, donde aprendió el negocio de la panadería y estableció contactos claves para una futura pequeña empresa.
Una década después de dejar ese trabajo, Eduardo se convenció de que podía comenzar ya su propio negocio.
“Tenía muchas relaciones con gentes importantes que estaban dispuestos a comprarme el pan”, recuerda el dominicano.
Con $200.000 dólares tomados de sus propios ahorros y una receta del Pan de Puglia de Italia, halló un local en el sector industrial de Hunts Point en El Bronx y allí, abrió su panadería, después de construir una cocina comercial.
Le puso el nombre de “Forno II”, que significa horno en italiano y abrió en el 2005. Desde entonces, es una de las primeras marcas de pan preferido por restaurantes y comensales en Nueva York.
“Este éxito es parte del trabajo que hay que hacer para lograrlo. Si pone alma y corazón en un negocio, especialmente en Nueva York, se puede lograr cualquier meta”, terminó diciendo el exitoso panadero dominicano.
Nota de Miguel Cruz Tejada
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