28 de mayo de 2013

Yóskar Sarante Aún estando pegado, trabajaba en la construcción

Yóskar recuerda que le pagaban 40 pesos por hora, unos 320 pesos por día, pero era lo único que encontraba para poder mantenerse y no dejar morir de hambre a su familia y por eso lo aceptó.

Cuando Yóskar Sarante se decidió a cantar bachata nunca imaginó que el futuro le traería tanta pegada, tanto así que en  el año 2000 se coronó como el artista del año, con varios hits en la radio, colocándose por encima de figuras como Frank Reyes, Anthony Santos, Luis Vargas, Joe Veras y otros.
Entre 1994 y 1999 Yóskar se hacía llamar “El Prabú de la bachata”, mote con el que grabó tres producciones, y se sostenía trabajando cargando blocks, mezcla y empañetando paredes.
Sus discos eran vendidos en las calles en cassettes, y muy pocos de los que trabajaban la construcción con él sabían que   era un cantante de bachata.
En  1999 dio el salto y dejando de lado a “El Prabú”, el joven grabó el tema “La noche”, ya como Yóskar Sarante, y se pegó. Pero a pesar de tener ese gran impacto en el público, aún trabajaba en la construcción para poder mantener a su familia, pues no tenía dinero ni para comprarle la leche a una niña que le había nacido.
“Estuve a punto de tirar la toalla, estuve a punto de dejar todo esto, porque pasé mucho trabajo. Cuando salió el tema “La noche”, que se pegó bastante, yo tenía que trabajar en construcción para mantener mi familia.
Yo no tenía dinero, no tenía nada. De repente también se me pegaron los temas “Llora alma mía” y “No te detenga”, pero seguía trabajando en lo mismo.   No es fácil uno ver a su niña llorando porque no tiene leche y yo sin trabajo, pues nadie me contrataba aún y eso me obligó a meterme  en lo que fuera”, dijo.
40 pesos por hora
Yóskar recuerda que le pagaban 40 pesos por hora, unos 320 pesos por día, pero era lo único que encontraba para poder mantenerse y no dejar morir de hambre a su familia y por eso lo aceptó.
Pasaron varios meses después de que se pegó con “La noche” para que lo llamaran para una actividad, lo que ocurrió en Baní, contrato por el que cobró unos 80 mil pesos, una cantidad de dinero que él  vio como si fuera un millón de pesos, pues no tenía absolutamente nada.
“Cuando cobré esos 80 mil, eso para mí fueron todo los cuartos del mundo, pero después que me pegué empecé a saborear la fortuna, pero es bien difícil cuando uno no tiene nada”, dijo el bachatero.
Sarante dice que viene de una familia de mucha pobreza, que hasta era limpiabotas y vendía guandules en las calles para ayudar a su madre a mantenerlos.
Señaló  que ha mantenido su carrera con mucha disciplina y respeto, en base al trabajo, por lo que ha logrado mantener una excelente carrera, sin enemigos y con el cariño de la gente.

Nota de Fausto Polanco

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