10 de abril de 2013

Sepultan juntos los dos pilotos murieron en accidente


Los jóvenes pilotos, Rafael Eduardo, de 27 años y Carlos Manuel, de 25, fueron enterrados ayer en dos tumbas una al lado de la otra, en medio de una ceremonia marcada por el dolor de sus familiares y compañeros de armas.
La alta oficialidad de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD), encabezada por su jefe de Estado Mayor, mayor general  Ramón Hernández Hernández, destacó las cualidades, disciplina y destrezas de ambos hombres subalternos. Dijo que lo dieron todo en los años que sirvieron como cadetes, como oficiales y luego como pilotos del cuerpo de la aviación dominicana. Asistieron, además, decenas de oficiales de los demás cuerpos castrenses y la Policía Nacional.
“Nunca nos había impactado tanto la muerte de dos compañeros valiosos como los tenientes Sánchez y Guerrero”, dijo Armando Castro, un oficial piloto que destacó el luto y el dolor que se siente entre los compañros de armas de los jóvenes oficiales, especialmente del cuerpo de pilotos con cuyos miembros ellos interactuaban siempre. “Eran valiosos, disciplinados y muy serviciales, desde que ingresaron demostraron su vocación de servicio y destrezas como aviadores”, dijo.
En el cementerio Parque del Prado, ubicado en la carretera de Guerra, a unos siete kilómetros de la Base Aérea de Isidro, donde laboraban los pilotos, se congregaron dos batallones de la FAD para el recibimiento de los féretros. Luego de los honores correspondientes, la banda de música del cuerpo militar interpretó varias marchas fúnebres. Compañeros y amigos de Guerrero, feligreses de la Parroquia del barrio Italia, cantaron canciones religiosas en homenaje al joven fallecido y destacaron su participación activa en el pasado Triduo Pascual y la pascua Juvenil celebrada en Semana Santa.
Guerrero tocaba piano y guitarra y su padre, Héctor Guerrero, es ministro de la Eucaristía de la iglesia Inmaculada Concepción, y su madre tiene negocios. Mientras que el padre de Sánchez, Rafael Sánchez, es un mayorista de periódico, que pese a vivir en un barrio muy pobre ha criado con dignidad y decoro a sus cinco hijos.
El joven militar de Cristo Rey nació en la clínica del popular médico Antonio Cruz Jiminián y desde muy pequeño ingresó al Colegio Parroquial San Pablo Apóstol, donde recibió una buena formación humana y cristiana, bajo el amparo de los padres salesianos. En esa iglesia sirvió como monaguillo algunos años.
Ayer en la mañana sus profesores del colegio donde cursó la primaria y la intermedia le rindieron un homenaje postumo. El párroco de la iglesia San Pablo Apostol resaltó los valores morales del joven, a quien puso como ejuemplo de la juventud de Cristo Rey, un barrio convulsionado por la violencia, la pobreza y los problemas sociales. Cruz Jiminián y el Comisionado de los Derechos Humanos, Porfirio Rojas Nina, le otorgaron una condecoración póstuma.  

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