Sin dudas, luce diferente.
Este Ramírez tiene canas en su barba estilo "candado". Sus trenzas cubren muchas canas más en su cabeza. Su uniforme en Arizona lleva el número 98, no el 99 que tuvo en los Dodgers. Sus zapatillas tienen el número 14, obviamente hechos para otra persona. El dominicano se viste en el complejo de los Atléticos en Phoenix, al lado de peloteros que son tan jóvenes que podrían ser sus hijos.
Este es Manny Siendo Manny, pero no el Ramírez que todo el mundo recuerda. El viejo Manny era un bateador incontenible en su apogeo. Conectó 555 jonrones en sus 19 temporadas, pero también hizo que mucha gente se desilusionara con él mientras estuvo con los Medias Rojas y otros equipos después de Boston. El Manny de ahora dice que sólo quiere ser una buena persona. Espera que la gente le crea, pero si no, no le importa mucho.
"Cuando caminas con el diablo, empieza bien el camino pero termina mal", dijo Ramírez. "Cuando caminas con Dios, aunque el camino empieza difícil, termina con buena nota. Hay muchos peloteros como yo. Caminé con el diablo. Estás ahí en la calle y todo está bien, ¿pero a dónde va tu alma? A nada bueno. Cometí errores. Estaba muerto por dentro."
Afirma Ramírez que se volvió cristiano el año pasado, poco después de ser suspendido por violar el programa antidopaje de MLB por segunda vez y retirarse de repente. A los cinco meses de eso, fue arrestado y acusado de violencia doméstica en la Florida. Las autoridades alegaron que Ramírez le dio un golpe a su esposa, Juliana. Los cargos se desestimaron en marzo porque Juliana no quiso cooperar con las investigaciones. Ramírez se declaró no culpable.
El dominicano solicitó su reingreso a Grandes Ligas en diciembre, y al final MLB redujo de 100 a 50 juegos su suspensión. Firmó un pacto de liga menor con Oakland en febrero y desde entonces busca restablecerse en la Gran Carpa.
"Los esteroides y todo lo que pasó con mi esposa, no estar ahí para mi familia, todo eso tuvo que pasar para que yo cayera", dijo Ramírez. "De lo contrario, yo hubiese seguido en lo mismo. La vida de un pelotero de Grandes Ligas está llena de tentaciones. Tienes millones de dólares, alcohol, drogas y todas las mujeres que quieras. Te puedes perder. Yo me perdí."
El régimen de Ramírez en Arizona no le deja tiempo para nada de eso. Se levanta a las 4:30 a.m., sale de su casa a las 5:45 a.m. y a las 7:00 a.m. está estirándose con sus compañeros de equipo.
Hoy vive una nueva vida.
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