1 de noviembre de 2011

Anthony Santos cobra 2 Millones por fiesta

El "Mayimbe" Anthony Santos se convierte en el artista de su género mejor pagado en la historia de la música dominicana.
En 1991 Nadie le hacía caso.Las puertas se cerraban a sus espaldas, pero el cantante seguía rasgando la guitarra, practicando día y noche, mientras «Voy pa’llá» ganaba altura y preparaba el terreno para su próximo sencillo: «La passola». 


Hace poco, en la que fuera su primera actuación en Hard Rock Café, Anthony se saldó con un caché de RD$1.5 millones (el trámite de contratación acarrea otros gastos extracurriculares que suman casi 1.7 millones de pesos), convirtiéndose en el único artista popular de su género (y del merengue, la salsa, la balada) que puede darse ese lujo.


Estas dos bachatas empezaban a moldear un estilo que poco a poco afianzaba la figura de «El Bachatú», y acortó distancia cuando unas Chicas del Can renovadas grabaron, de esas bachatas, dos versiones en merengue que funcionaron tan bien como las ediciones originales.

En el 1987, el cantante era un mozalbete que tocaba la güira a las órdenes de Luis Vargas, que sí era el bachatero que idolatraban todos esos exponentes jóvenes del género.

Una cifra impensable para un artista de su género. Habría que juntar a cinco o seis cantantes de la bachata para alcanzar esa distinción, y muchos, aún con el dinero en mano, no han logrado el sí del misterioso cantante,  que le ha dicho que no al mismísimo Festival Presidente de la Música Latina, evento en el que quisiera tocar cualquier artista dominicano.

Anthony Santos se ha convertido en la “última Coca-Cola del desierto”. Literalmente. Un artista atípico, que hasta hace poco, no firmaba contratos y quien requería sus servicios, se tenía que conformar con la «palabra empeñada» que garantiza la seriedad de una persona del campo, o en su defecto, con un recibo que firmaba el propio artista como parte de una transacción comercial que podía envolver miles, o millones de pesos. Hace unas semanas, según información confirmada por El Caribe, el intérprete de «Ay ven» firmó contrato –el abogado Carlos Balcácer se encarga de ello– por RD$20 millones para tocar diez actividades. En la misma medida en que su cotización aumenta, las dificultades para acceder a su entorno son tan risibles como el kerly empapado de vaselina que caracterizaba su imagen en los 90.

Cuando un artista cobra entre RD$1.5 y 2 millones de pesos por presentaciones, el precio de entrada se vuelve astronómico y las reservas de las mesas en área VIP conllevan una reservación que va de los RD$100  a los 120 mil pesos.

La bebida en los lugares donde se presenta Anthony Santos va desde etiquetas doradas a las azules, hasta champaña inalcanzable para la mayoría; la asistencia de sus seguidores incluye a los “big leaguers” retirados y activos; mujeres de la televisión a las que poco les gusta la bachata y nuevos millonarios que mastican el ron y se toman el vino con hielo.

El éxito y la popularidad de Anthony Santos se las atribuyen a sus canciones, bachatas que inquietan los sentidos, su «buen manejo», que lo mantiene alejado del contacto en público con la gente común, –alimentando el morbo entre fanático-artista– ya que el cantante se toma hasta un año para volver a tocar en un mismo establecimiento.

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