¿Por qué si la mayoría de los primates machos tienen el pene cubierto de espinas, el hombre no lo tiene así? Un nuevo estudio, publicado en la revista científica Nature, achaca esa diferencia a la pérdida de un pedazo de ADN durante la evolución humana.
Las espinas de queratina, similares a las uñas, que tenían los ancestros servían, al parecer, para retirar el esperma de otros competidores y para estimular la ovulación en la hembra.
Los investigadores de la facultad de Biología de la Universidad de Stanford, se preguntarón en qué momento de la evolución los humanos perdimos algunas cadenas de información genética, por lo que compararon ambas cadenas para detectar las zonas que sí tenían los chimpancés pero nosotros no. Descubrieron 583 secciones de código perdido, algunas de ellas relacionadas con las hormonas andróginas, y que suponían la pérdida de espinas en el pene y de bigotes sensoriales.
Para su estudio, introdujeron estos códigos dentro de ratones para saber cómo se expresaban pintando con azul los lugares en los que actuaban. Descubrieron que los roedores volvían a tener espinas en el pene al introducirles una parte de ADN.
El estudio, resumen los científicos, ha probado que la pérdida de información genética también puede ser positiva, porque implica que la especie evoluciona.
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