6 de julio de 2009

Obesidad y las enfermedades cardiovasculares


La obesidad es un factor importante en el desarrollo y curso de la enfermedad cardiovascular y afecta la función social, física y la calidad de vida de las personas que la padecen.

La importancia de desarrollar intervenciones efectivas para reducir la obesidad y los riesgos de salud que conlleva, ha ido en aumento en las últimas décadas debido a que la cantidad de adultos y niños con esta condición ha alcanzado niveles epidémicos.

Para prevenir el desarrollo de sobrepeso y obesidad durante el transcurso de la vida son necesarias estrategias basadas en la población, que mejoren el ambiente social y físico, que contengan una dieta saludable y actividad física. Los programas basados en la población para la prevención de obesidad son complementarios a las estrategias de prevención clínica, así como también de los programas de tratamientos para las personas que ya padecen de obesidad.

Según la información del US National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) del 2003-04 aproximadamente 66 Millones de americanos adultos (30 Millones hombres y 36 Millones mujeres) están obesos y 74 Millones (42 Millones hombres y 32 Millones mujeres) están en sobrepeso. Asumiendo que esta tendencia continúa se estima que para el 2015, 2 de cada 5 adultos y 1 de cada 4 niños americanos estarán obesos. La prevalencia de obesidad ha ido en aumento en ciudades alrededor del mundo, alcanzando una cifra de 20-30% en algunas ciudades de Europa y un 70% en Polinesia.

Una tendencia peligrosa

Datos obtenidos por la organización mundial de la salud (WHO) indican que el número total de personas en sobrepeso u obesidad para el 2015 será de 1.5 Billones, si esta tendencia sigue su curso. Los estudios recientes han demostrado que la obesidad está relacionada con 110.000 muertes en los Estados Unidos cada año. La prevalencia de obesidad en Puerto Rico es 26.6% para el 2007, no hay diferencia en género y se ve más frecuente entre los 45 a 64 años de edad.

La prevención de la obesidad en los adultos puede potencialmente tener un impacto grande en reducir la morbilidad y mortalidad que resulta del efecto crónico de tener un exceso de la grasa corporal. El aumento mundial de la obesidad presagia el aumento epidémico de la diabetes junto con sus consecuencias serias, incluyendo las enfermedades cardiovasculares (ECV). En el 1998 la Asociación Americana del Corazón (AHA) identificó la obesidad como el factor de riesgo mayor de ECV.

Los triglicéridos, el LDL y el HDL

La obesidad tiene un efecto bien fuerte en el metabolismo de las lipoproteínas, independientemente del grupo étnico. El sobrepeso se asocia a un aumento de los triglicéridos, LDL y disminución del HDL. Igualmente, la pérdida de peso se asocia a lo contrario, tanto en hombres como mujeres. Los cambios en HDL asociados a la pérdida de peso son más pronunciados en las mujeres.

La asociación entre la obesidad y el LDL es bien compleja. El aumento en el índice de masa corporal (IMC) se asocia a un LDL aterogénico de pequeña densidad. Además, la obesidad central está asociada a concentraciones elevadas de LDL.

Hay una relación bien fuerte entre la obesidad y los desórdenes metabólicos generalizados en el que la resistencia a la insulina es un indicador. La resistencia a insulina se asocia a un grupo de desórdenes metabólicos, incluyendo la obesidad, diabetes, hiperlipidemia, hipertensión y aterosclerosis. También está ligado a estados protrombóticos.

El rol en la resistencia a insulina de la distribución de la grasa corporal es importante. La grasa abdominal está altamente relacionada a la resistencia a insulina, aunque hay que tomar en cuenta factores como el envejecimiento, ejercicio, dieta y genética.

Ganar peso desde la adolescencia se asocia con un aumento en los riesgos de ECV, más tarde en su vida adulta, independientemente de sus niveles de IMC. Por ejemplo en un estudio aquellos jóvenes que ganaron más de 5 libras en sobre 15 años tuvieron cambios desfavorables en los factores de riesgos de ECV y una mayor incidencia de síndrome metabólico y sus componentes independientemente de su IMC inicial, que aquellos que mantienen un peso estable durante toda su vida.

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