Los extremistas aplican una versión estricta de la Sharía -o ley islámica- en las zonas que controlan en Irak y Siria. Entre otras restricciones, han prohibido la venta y el consumo de alcohol y tabaco y han impuesto el uso del niqab, velo que tapa todo el cuerpo menos los ojos, a las mujeres.
El ISIS proclamó a fines de junio un califato en Irak y Siria, donde se ha hecho con el dominio de amplias partes del territorio. Al mes siguiente, tomó casi toda la provincia siria de Deir al Zur, fronteriza con Irak, excepto barrios de su capital homónima y el aeropuerto militar en manos de los efectivos del régimen de Bashar al Assad.
Según datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, el Estado Islámico ha ejecutado extrajudicialmente en Siria a 1.878 personas desde el pasado 28 de junio, cuando proclamó el califato.
El reporte de esa ONG señala que 1.175 de las personas asesinadas eran civiles, de las cuales cuatro eran menores y ocho mujeres. Y agregó que las víctimas perdieron la vida por disparo de bala, degolladas, decapitadas o lapidadas.
Por otro lado, más de mil yihadistas miembros del ISIS han muerto en los tres meses que van desde que la coalición internacional que lidera Estados Unidos comenzó sus ataques aéreos. "Desde el comienzo de los ataques (el 23 de septiembre), al menos 1.171 personas murieron en ataques árabes e internacionales en Siria, entre ellos 1.119 yihadistas del grupo Estado Islámico y del Frente al Nusra", informó la organización sin fines de lucro.
Acusado internacionalmente de crímenes contra la humanidad, el Estado Islámico cuenta con decenas de miles de combatientes, una parte provenientes de Siria e Irak -países donde controla vastos territorios- y otra que ha reclutado en países occidentales, sobre todo de la Unión Europea (UE).
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