3 de febrero de 2014

Hombre vive 40 años alejado de la civilización en Los Haitises

HATO MAYOR. Juan Cimarrón, es un hombre de aproximadamente 43 años de edad, que nació entre árboles y pastizales en el Parque Nacional Los Haitises, donde lleva una vida nómada, descalzo y desnudo pese a las inclemencias del tiempo y el desalojo llevado a cabo por el gobierno de Joaquín Balaguer en 1991.

De tez negra, mirada penetrante y cuatro pies de estatura, este enigmático hombre ha vivido durante más de 40 años alejado de la civilización, alimentándose con víveres, arroz y trepando árboles frutales.
Aquí se desconoce cuándo se separó de su familia para vivir en el monte y nadie reclama algún tipo de consanguinidad con él. Se comenta que desde muy joven vivía separado de sus padres, a los que visitaba cuando requería alimentos y que al ser éstos desalojados del Parque quedó en el mismo viviendo como un nómada.
Despide un extraño olor que se percibe muy alejado de él, pues no se baña y su cuerpo se moja solo cuando llueve copiosamente. Duerme y hace siesta en una zahúrda, cuchitril o tabuco, construido con dos palos y un caballete, forrado con pencas de yagua de palma real.
Como en la época del paleolítico, Juan Cimarrón, como es conocido por las escasas personas que lo han podido ver, obtiene fuego frotando dos piedras volcánicas, que abundan en la zona.
El fuego es su acompañante durante el día para cocer sus alimentos y la noche para dormir, ya que agita la candela en la oscuridad al parecer para evitar ser atacado por los mosquitos, serpientes, macos y roedores mientras duerme.
Pocas personas en el municipio agrícola de El Valle, distante a unos 17 kilómetros al Oeste de donde aguarda el hombre cimarrón, conocen de su vida silvestre y creen que es una leyenda, porque nadie podría sobrevivir tanto tiempo en el bosque.
Juan Cimarrón trepa las matas de coco con rapidez y agilidad asombrosa. Parece como si tuviera garfios metálicos en sus extremidades y cuando no puede trepar un árbol entonces derriba el árbol por el tronco, con un machetico sin cabo que afila frotando con una piedra volcánica.
De hablar fañoso, entrecortado, es gago porque al parecer tiene frenillo en la lengua. En la mayoría de los casos solo emite sonidos guturales. El entorno de la “casa” donde malvive luce limpio y resulta extraño que cace animales para alimentarse.
El pelo le crece copiosamente en la cabeza, axilas y resto del cuerpo, pero Radhamés Peguero, un hombre que tiene un kiosco en la comunidad del Kilómetro 4, próximo a donde pernocta Juan Cimarrón, afirma que de vez en cuando lo recorta y afeita.
Solo a Radhamés tiene de amigo y a él le trueca o vende los cocos secos por arroz.

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